La torre del vigía

Ana / Rodríguez / De La Robla

Parole

HACE un par de días ejercí como jurado -¿jurada?- en un importante premio de poesía. La importancia del certamen no disuadió a algunos osados de participar en tan alta empresa literaria, y en tal empeño no dudaron en ofrecer flores nuevas al refulgente metal de la lengua española. Uno había que se "descarcañalaba por fuera" (¿?) y otro que apelaba a extraños "chupiteles invernales" (¡!) cuyo significado ninguno de los miembros del jurado -tampoco las miembras- logramos desentrañar. Acongojados y acongojadas en nuestro torpe entendimiento ante estos crípticos términos, hubo quien propuso para el externo descarcañalamiento del afligido vate un uso importado de Hispanoamérica, mientras que por el otro flanco de la mesa se avanzó tímidamente la posibilidad de considerar 'chupitel' un anglicismo de próxima e ineludible inclusión en el diccionario. Otro de los miembros del jurado se puso súbitamente violento sin razón aparente, pero le sugerimos salir por un instante de la sala y hacer una llamada de teléfono para desfogarse y reciclarse, y hete aquí que volvió suave como una seda. Sintiéndonos finalmente satisfechos y satisfechas por lo bien que resolvimos el conflicto, nos satisfizo también en el acto, digo en el acta, añadir una petición de propuesta a la RAE de revisión de sus recursos léxicos, decididamente limitados y retrógrados.

Después de perder gran cantidad de tiempo en dirimir estas sandeces nos pusimos a lo sustancial, que era la elección de un poemario 'comm'il faut', bien escrito, sin supuestos americanismos ni anglicismos ni mandangas ni mandangos. Por suerte, no emergieron más egregios lexicógrafos, y siendo los que había escasos en número -sobre su "género" o especie prudente es no precisar-, rápidamente quedaron sepultados en el magma de los ignaros acelomados y pseudobípedos de cuyo nombre es mejor olvidarse… dejando vía expedita a lo esencial de la palabra: la que brilla en el cálamo de los cultos y discretos y se envilece en la desenfrenada boca de los necios. Un sevillano -Manuel Jurado- se llevó el galardón, con un libro en verdad excelente titulado 'Los dioses vulnerables'. Vulnerables sobremanera en estos tiempos: ante los lerdos ni los dioses siquiera están a salvo.

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