Palabras y palabrotas de Cádiz

Se dice que la lengua gaditana es viperina y poco dada a los remilgos. Su contribución a la lengua española es amplia

El Congreso de la Lengua Española, que se celebrará la Semana de Pasión (la anterior a la Semana Santa) en Cádiz, incluye nueve exposiciones. Algunas han sido heredadas de Arequipa (Perú), tras la renuncia a organizarlo, y vienen cedidas. Pero también hay algunas más gaditanas. Entre ellas, la titulada Palabra de Cádiz, que según lo publicado, se desarrollará "en las calles y en las paredes del Mercado Central de Abastos a partir del 20 de marzo". Esta exposición no es la más importante en lo cultural, pero puede aportar una visión castiza de la lengua gaditana. Se suele decir que la lengua gaditana es viperina, y poco dada a los remilgos. Su contribución a la lengua española es amplia.

En Cádiz siempre han gustado mucho las palabras, las divinas y las humanas. En Cádiz, le encargaron a Haydn el oratorio titulado Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, para que fuera interpretado en la Santa Cueva. Más recientemente, aunque ya en el siglo pasado, se publicó el diccionario de la lengua gaditana, que es El habla de Cádiz, de Pedro Payán Sotomayor. Tiene un gran valor cultural, y debe ser una referencia para la parte gaditana de este congreso. Pedro Payán rescató muchas palabras en trance de perdición, junto a otras más en uso, que se han popularizado. Junto a las palabras, también están las palabrotas gaditanas. Como muestra, un botón: el término carajote, que se está poniendo de moda en casi toda Andalucía, en parte gracias al altavoz del Carnaval.

El carajote está sustituyendo al gilipollas, pero no es lo mismo. Según el Diccionario Panhispánico de dudas de la RAE, gilipollas es "tonto o necio". Y pone el siguiente ejemplo: "Nuestro Raúl se ha convertido en un auténtico gilipollas". Precisa la RAE que "esta palabra vulgar, usada solo en España", se escribe con g.

Nuestro carajote gaditano no es exactamente así. En el diccionario del profesor Payán se define como "tonto, que se pasa de bueno". Es un matiz, porque el gilipollas es más sieso. El sustantivo carajote, no sin esfuerzo, mereció la atención de la RAE, que lo define como "bobo, tonto", e indica que se usa en Andalucía y Venezuela. Tiene femenino, que es carajota. Procede del órgano viril o carajo, que fue incluido en el Diccionario antes que el carajote.

Estos matices no entrarán en el congreso. La RAE, en este caso, simplifica. No se puede dudar del origen gaditano del carajote, ni tampoco que despacharlo como bobo o tonto lo iguala al gilipollas, aunque no es lo mismo. Algunas sutilezas gaditanas no se entienden en otros lugares. Ni con congreso, ni sin congreso.

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