Odio a los madrileños

En Cádiz no se debería odiar al madrileño, ni levantar barricadas en Tarifa. Porque llegará el mes de agosto

Esta pandemia del coronavirus está originando consecuencias insospechadas y multitud de contradicciones. Vienen derivadas de la falta de credibilidad de quienes adoptan las medidas. Estoy de acuerdo en que debemos respetar sus decisiones, pero el problema es que no las respetan ellos mismos, y así es más difícil. La Moncloa se ha convertido en un foco de la pandemia. El presidente, Pedro Sánchez, y el vicepresidente, Pablo Iglesias, tienen a sus respectivas esposas enfermas, pero ellos se han saltado la cuarentena. Todos los ministros y ministras deberían permanecer confinados. Ninguno o ninguna deberían salir de casa. ¿Eso que ganaríamos? Eso es lo que harían con usted, conmigo o con cualquiera. Pero el Gobierno no cumple sus propias medidas.

La gente ha visto a Pablo Iglesias llegando al Consejo de Ministros como si nada, a pesar de que Irene Montero está enferma con el coronavirus. También se ha enterado de que Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno, ha dado positivo; y se hizo público al ratito de terminar la rueda de prensa de su marido, que había estado siete horas en un espacio cerrado junto a todos los ministros. Ningún policía los ha multado. En la oposición también se han lucido, con el caso de Vox y los positivos de Ortega Smith y Santiago Abascal, después de reunir a 9.000 personas en el palacio de Vistalegre, el mismo día que criticaban las manifestaciones contagiosas del 8-M.

Y mientras, en Cádiz y en otros lugares de España, van a confinar a personas cuya salud es buena en estos momentos. Van a cerrar las iglesias para las misas, pero van a abrir las peluquerías para que laven el pelo a quien no pueda en casa, según han explicado. Torra y Urkullu dicen que es como un artículo 155 a las bravas. Es cierto. Les han quitado competencias, y además nos han birlado derechos básicos a los españoles. Todo sea por el bien supremo de la salud.

Así que la culpa no es sólo de los madrileños que han huido de Madrid. En este país siempre se ha odiado a otros: a los moros, a los judíos, a los ingleses, a los franchutes, a los masones, a los monárquicos, a los comunistas, a los fachas, a los chinos… En Cádiz se odiaba a los sevillanos, pero ya no, gracias al Carnaval y la Semana Santa. En Madrid se ha odiado a los catalanes y en Cataluña a los madrileños. Pero en Cádiz no se debería odiar al madrileño, ni levantar barricadas en Tarifa. Porque llegará el mes de agosto y los madrileños llenan los hoteles de Tarifa, de Conil, del Novo Sancti Petri y demás. No mosquearlos, que será peor.

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