Su propio afán
Política de proximidad
Su propio afán
CUANDO critico sin matices me queda un regusto ácido, porque me avergüenza no haber sabido ver nada positivo. El mal puro se da poco. Ese regusto me quedó cuando me reí de lo del amor tribal de Anna Gabriel. Sólo podía ver allí un ataque a la familia nuclear, que a Anna Gabriel le parecía muy empobrecedora. Y no es la única en proponer diversas alternativas poliamorosas (sic).
Pero pasé de detectar lo constructivo de su crítica, que estaba, justamente, en su ataque a la familia nuclear, formada por el padre, la madre y un hijo o dos. Tiene razón la líder de la CUP: es empobrecedora. Actuaríamos con mucha torpeza los partidarios de la familia tradicional si dejamos que se identifique nuestro modelo con el nuclear. ¿Nuclear? Tampoco, gracias. La familia tradicional es otra tribu. Empezando por el escandaloso número de hermanos. Y siguiendo por los abuelos, que son esenciales para los nietos, un vínculo vertical que los salva de la tiranía de la época. José Mateos ha detectado en los concursos de poesía infantil de los colegios que uno de los temas estrella es el poema al abuelo o a la abuela. No me extraña: la poesía es palabra en el tiempo, y los nietos ven en ellos -que dedican muchos ratos a contarles cosas- las palabras y el tiempo. Están también los tíos, categoría que llega al culmen (para los sobrinos) con el clásico tío soltero. Las tías abuelas merecen un apartado propio, por novelescas. Y la tía monja o el tío cura, aunque cada vez más escasos, son un privilegio: emparentan a la familia con lo Alto. Los primos (medio hermanos, por una parte, medio extraños, por otra) dan mucho juego. Y, en círculos concéntricos, se suceden los primos segundos, los terceros, hasta que las ondas se diluyen en los parientes, que también tienen su gracia. Aunque el premio de la gracia es para los contraprimos, primos de nuestros primos.
A Anna Gabriel se le pondrían los pelos como escarpias, incluso los del flequillo, si creyese que asimilo esta tribu a la suya. No lo pretendo. En la tradicional no todo se confunde ni revuelve: existe la jerarquía y el centro del amor sexual entre un padre y una madre. Pero sí creo que su crítica a la familia nuclear, tan estrechita y egoísta, está justificada. Tanta propuesta rompedora y poliamorosa, ¿no será en buena parte (y, en todo caso, en la parte que nos toca) el eco de una decepción porque la familia tradicional se falla a sí misma?
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