Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Pablo y Pedro
Naturalmente, en las cenas familiares de esta Nochebuena se hablará, entre otras cosas, de política. En España la política está tan de rabiosa [sic] actualidad que ha opacado en las conversaciones a todo un Mundial de fútbol. No me empeñaría, pues, en censurar el tópico. Los intentos bienintencionados de obviar un tema lo subrayan, como aquello de concentrarse en no pensar en el elefante. O cuando alguien exige que se hable de "temas más elevados" y se produce ipso facto un silencio espeso. Hay que dejar que fluya.
Aun diría más: es buenísimo que se hable de política esta noche. ¡Anímense! Siendo todas las familias de su padre y de su madre, es normal que en ellas haya divergencias ideológicas, como en la mía, que hay incluso un hermano del PP; pero el amor está por encima, y ésa es una lección y un hábito que necesitaríamos para hablar de política el resto de las noches y los días del año.
Entre los innumerables favores que el nacimiento del Niño-Dios nos hizo, no hay que dejar de contar con esta relativización de la política sin por ello ni despreciarla ni coaptarla ni ahogarla, dando al César lo que es del César, con el límite de dar a Dios lo suyo. Así se puede hablar hasta de Pedro Sánchez con resignación cristiana. Es una lección que necesitamos como el comer.
Hablando de comer, este año será imposible no hablar también, me temo, de economía alrededor de la mesa, pero sin olvidarse de la razón (el Logos) de la fiesta. Las familias más cantoras tienen una inmensa facilidad, pero los demás tampoco podemos rendirnos. Mi amigo Ramón Castro Thomas elabora un crucigrama de Navidad para que niños y mayores lo hagan antes de la cena, repasando hitos y dogmas de estas fechas. Mi amigo Antonio Urzaiz organiza un Trivial con la historia de su familia, para que, tras los postres, los más jóvenes conozcan -compitiendo- su historia y honren la memoria de sus mayores. Voy a usar el crucigrama de Ramón y voy a copiar la idea de Antonio.
Así, cuando alguien ponga la política sobre la mesa e insista, estaremos preparados a darle su sitio, ineludible, pero accesorio, incapaz de enturbiar el Misterio ni de enfriar las relaciones familiares. Lo ideal sería que esta actitud nos durase todo el año, como un regalo más de los que nos trae el Niño. Que la sangre no llegase al río porque en el río beben y beben y vuelven a beber los peces en el río por ver a Dios nacer. ¡Feliz Nochebuena!
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