Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
TENEMOS aquí mismo, en la provincia, un ardiente defensor del advenimiento de la III República. Me refiero, como todos saben, al alcalde de Puerto Real, (que no Puertollano, Sr. Ministro Blanco) que además es puerto de mar.
Hace escasas fechas, el flamante nuevo coordinador general de Izquierda Unida, Sr. Cayo Lara, visitó a nuestro monarca, en lo que era un primer contacto del líder republicano con el Jefe del Estado.
No esperó mucho el Sr. Lara para hacer profesión de fe republicana, nada menos que ante quien encarna, desde hace 35 años, la institución monárquica. Y no sólo eso, sino que, al parecer, expuso al Rey un detallado programa para sustituir la actual Monarquía Parlamentaria por una nueva aventura republicana.
De un tiempo a esta parte, en las manifestaciones públicas de algunos partidos políticos y sindicatos, es prácticamente imposible encontrar, entre las banderas propias de la organización política o sindical de que se trate, una sola bandera constitucional, y si es frecuente, por otra parte, ver banderas republicanas.
No conviene olvidar, todos, republicanos, monárquicos o indiferentes, que la Constitución del 78, aprobada por amplia mayoría popular (no como algunos Estatutos de ciertas Comunidades Autónomas), consagra al sistema político que nos hemos dado como una Monarquía Parlamentaria, encarnada en la persona de Don Juan Carlos de Borbón.
Es decir, que el detallado programa que el Sr. Lara le expuso al Rey para derrocarle, debe pasar, forzosamente, por una consulta popular en forma de referéndum, en el que la participación y los resultados deben ser muy amplios y claros. No parece que, hoy por hoy, estos entusiastas republicanos supongan una seria amenaza a la estabilidad monárquica.
Sin querer ser exhaustivo, podemos sacar sólo algunas conclusiones claras:
Salvo pronunciamientos, conflictos armados, revueltas populares u otros usos de la violencia, la Monarquía española no debe temer por el momento y en un futuro bastante amplio, un cambio en la aceptación y valoración de los españoles.
Hacen bien los republicanos convencidos en defender sus ideales, incluso delante del Rey y exponer públicamente sus ideas y símbolos, exactamente con el justo valor de lo que representan, es decir, un partido político o un sindicato republicano. Ahora bien, circunstancias y actos oficiales están reservados por Ley, para que luzcan los símbolos que nos representan a todos los españoles, himno, bandera y escudo aprobados por mayoría.
Nunca, es decir, nunca, esta libertad de expresión debe confundirse, por parte de algunos republicanos, con el insulto, la difamación y el ataque sistemático a la Monarquía. Es el camino más directo al fracaso. Crea, como reacción y de forma inmediata, una legión de defensores de aquello a lo que injustamente se ataca.
Argumentan los republicanos que el presupuesto de la Casa Real es exagerado (8,9 millones de euros anuales, frente a los 274 de Presidencia del Gobierno y, según admite en su Web 'Unidad Cívica por la Republica', "…el escenario resultante sería algo más caro", para el caso de un régimen republicano). Un Presidente de la República en Italia o Francia, supera en mucho nuestro gastos en ese capítulo.
La experiencia de las campañas electorales actuales en España no son nada edificantes, llenas de insultos, descalificaciones personales y, muchas veces, calumnias sin fundamento ("calumnia que algo queda" parece ser la consigna). Si esto es así para elegir un futuro Jefe de Gobierno, imaginemos lo que podría ser para elegir a la más alta representación del país.
Les invito a una reflexión sincera: repasen ustedes la nómina de políticos activos en España, no se dejen a ningún partido. Todos optarían a alcanzar la más alta magistratura de la nación, faltaría más, y sobre todo repasen y analicen, incluso figúrense a alguno de estos políticos nuestros investido de Jefe del Estado. Yo no los veo, sinceramente.
Un Príncipe heredero, recibe, desde su más tierna infancia, una preparación amplísima y a la vez específica en cuestiones fundamentales para sus futuras funciones, lo que no ocurre en el caso de nuestros políticos, en un buen porcentaje con escaso bagaje profesional o de formación.
La neutralidad política del Rey y las limitaciones que la Constitución le impone, son garantías muy a tener en cuenta. porque le dan una visión y un posicionamiento ante los problemas que no tienen quienes deben, por convicción o compromiso partidario, defender los intereses de su partido, antes que los generales del país, como estamos hartos de comprobar día sí y otro también.
En Europa tenemos los dos sistemas en países de extensa tradición democrática y, precisamente, los países nórdicos, a los que siempre hemos envidiado su desarrollo y libertades individuales, son consolidadas monarquías.
Si los republicanos quieren abrir el debate Monarquía o República, están en su derecho, pero al estilo civilizado y democrático de Cayo Lara y nunca con el insulto y la difamación al estilo Barroso, camino éste abocado al fracaso. No es un consejo, Dios me libre, es sólo una reflexión en voz alta de quien trata de aportar algo de sensatez y buenas formas.
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