La firma invitada

Antonio Martínez Vargas

El Mercado Central y el de La Merced

EN los recortes del Diario de Cádiz , que sobre la ciudad suelo guardar, encontré un artículo que hablaba sobre los mercados de la ciudad y observo que tanto el Central como el de La Merced tuvieron sus antecedentes en terrenos de ocupación religiosa.

El primero sustituye a lo que antes fue la huerta del convento de Nuestra Señora de los Ángeles, de los Padres Franciscanos Descalzos, y el segundo ocupa lo que fuera el convento de los Mercedarios, del que hoy queda como vestigio su iglesia. Será por ello que merecen el calificativo de benditos.

En el Mercado Central, allá por el año mil ochocientos y poco, el Municipio construyó unos puestos de madera, feíllos y de poca estética, pero sólo fue el inicio porque a partir de ahí los distintos ayuntamientos que le sucedieron mostraron prioritaria preocupación con el fin de dotar a la ciudad de un mercado en condiciones aunque, como siempre, por los escasos recursos económicos, las obras se demoraban en el tiempo.

Pasaron unos años y, para dar faena a las numerosas personas que se encontraban sin trabajo debido a la epidemia de cólera que padecía la ciudad, se realizaron las obras pertinentes para la construcción de este Mercado.

En el año 1837 se colocó la primera piedra, efectuándose las obras por un valor cercano al millón y medio de reales. Para paliar el costo de la misma, sin tener que imponer arbitrios, el Ayuntamiento ideó el sistema de rifar los puestos entre aquellos que presentaron interés en poseerlos, a medida de que éstos se iban terminando.

Con una extensión de 5.530 metros cuadrados, en principio el Mercado constaba de 72 puestos y un amplio patio en el centro que fue aprovechado para guardar carros y almacenaje de diversos productos relacionados con las actividades que en el mercado se ejercían.

Cuentan que el espacio central también sirvió, en ocasiones, para la ubicación de circos, teatros y otros espectáculos populares.

Pero como la ciudad crecía, fue necesario aumentar el número de puestos y para ello se usó el espacio central, a lo que le sucedieron diversas modificaciones de las cuales es de justicia destacar la emprendida por el alcalde Ramón de Carranza, en 1927, quien determinó la debida clasificación y ubicación de los puestos según comercialidad (carnes, verduras y pescados) y estableciendo los debidos controles sanitarios, de precios y repeso. La medida fue popularmente muy bien acogida.

En cuanto al Mercado de La Merced, surge de la necesidad de establecer un lugar de abastecimiento cerca del muelle, así como del Barrio de Santa María, zona ésta de bajo poder adquisitivo.

Las necesidades de abastecimiento las venía cubriendo el Mercado de Isabel II (situado en la plaza de San Juan de Dios). Por aquella época, el jornal del albañil era de 4 pesetas y un ladrillo valía 0,05 pesetas.

Y, como casi siempre, el Ayuntamiento está falto de liquidez y un primer intento de construir el Mercado de la Merced en 1890 no se lleva a cabo, ya que el presupuesto ascendía a quince mil duros.

En un segundo intento (1905), se piensa que sea la iniciativa privada la que construya el Mercado pero no se presenta ningún licitante.

Para paliar la carencia existente, se instala una especie de mercadillo que en nada se parecía a la idea del proyecto.

Fue en 1931 cuando el Ayuntamiento acuerda desmontar el teatro del Parque Genovés y su estructura (preciosas columnas de hierro), que sirven para que un año después fuese una realidad el Mercado de la Merced como lo conocimos hasta hace poco, cuando el edificio fue reconvertido en el Centro de Flamenco.

Larga vida para estos dos establecimientos de la ciudad, porque el reconocimiento y cariño ya lo tienen de todos los gaditanos.

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