Brindis al sol
Alberto González Troyano
Teoría del regalo
He tenido la suerte de conocer a los cinco escritores más famosos de la provincia de Cádiz en el siglo XX: Rafael Alberti, Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Carlos Edmundo de Ory y José María Pemán. La obra que más impacto me dejó fue la de Alberti y con el que tuve más amistad fue con Fernando Quiñones. Carezco de conocimientos para hacer un juicio critico de cada uno. La historia no ha sido muy benéfica con Pemán mientras que las disputas por la propiedad de los derechos de autor tiene medio secuestrada la obra de Alberti. Y tengo para mí que Quiñones crecerá con el paso del tiempo. El viernes pasado la Junta de Andalucía, bajo el título 'Letras para la concordia', cometió uno de los mayores atropellos que recuerdo, con el apoyo del Centro Andaluz de las Letras, que no ha podido caer más bajo. Se suponía que el objetivo era hablar de cómo las dos Españas representadas por Pemán y Alberti se reconciliaron en la Plaza de San Antonio en febrero de 1981 representada en la foto de Kiki . Asistieron a la inauguración militantes y cargos públicos del PP. La mayoría no habrán leído en su vida ni un renglón de estos dos autores, pero se quemaron las manos de aplaudir. El acto contó con la presencia de la familia de Pemán, la participación de seguidores suyos junto con algún especialista en su obra. No estaba la familia de Alberti, ni especialistas en la obra del poeta portuense, ni seguidores suyos. Digo más: ni siquiera Andrés Trapiello, el único que ha estudiado y publicado la relación entre ambos. Podría haber ido Luis García Montero, discípulo de Alberti, Benjamín Prado, que fue su ayudante, Paul Preston, reconocido historiador. Solo fueron aquellos destinados al elogio de Pemán. Bajo el título de la concordia se escondía un programa dedicado a la discordia, al uso partidista de las instituciones. El presidente de la Junta utilizó su tribuna para la llamada al diálogo en un día en el que su partido se destrozaba a insultos, expedientes y descalificaciones. Mucho hablar de diálogo pero el programa decía lo contrario. De alguna manera una profesora de la Universidad de Cádiz puso las cosas en su sitio y el director de la Real Academia intentó reflejar con rigor las relaciones entre los dos escritores, relación más afectuosa de lo que se quiere hacer pensar: cartas depositadas en la Fundación Cajasol y la Fundación Alberti, encuentros en París, apoyos de Pemán al escritor exiliado desde la Academia, la firma en el manifiesto del homenaje que le organizó el PCE en 1964, el vino que le mandaba el gaditano al portuense todos los años. Hacen falta menos prejuicios y más rigor, menos propaganda y más historia, menos sectarismo y más literatura.
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