Fiestas Todas las ferias en la provincia de Cádiz para este mayo de 2024

La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Entronización de Juanma

El cambio profundo no llegó a Andalucía: seguimos en la cola de los indicadores más significativos del bienestar

Hay síntomas de que la mayoría absoluta empieza a sentarle mal a Juan Manuel Moreno Bonilla. Al estado de comodidad inducido por una oposición desconcertada y/o fuera de juego se suma la labor pertinaz de la corte de agradadores que le han subido en una peana sin la excepción de algún servidor leal de verdad que le vaya recordando que, al fin y al cabo, es mortal.

Ocurre que desde la peana la realidad se distorsiona y no se ve en toda su complejidad. Matices fuera. El presidente abrió su segundo mandato tomando posesión con una pompa que parecía que estaba sentándose en el trono de Versalles y no en el sillón principal de una de las regiones europeas más atrasadas. Pero es que después ha elaborado, y repetido, un discurso triunfalista que presenta una Andalucía siempre en vanguardia, puntera y triunfante, en la que el cambio prometido es una realidad imparable.

No hay tal. Todos los parámetros socioeconómicos que mejor miden el grado de bienestar de una comunidad continúan siendo sistemáticamente desfavorables para Andalucía. Lo mismo la clasificación territorial de renta por habitante que los niveles de desempleo, el paro juvenil, las listas de espera sanitaria o la atención a la dependencia. Progresamos en cada uno de estos aspectos, pero poco. Como los demás también progresan, no avanzamos en la convergencia con los más ricos. Relativamente no caminamos hacia adelante. Ningún cambio profundo se ha producido.

La gestión de Moreno Bonilla en los dos últimos años es aceptable. No ha privatizado los servicios sociales como auguraba la izquierda derrotada y garantizaba la izquierda declinante, se ha liberado de la tutela tóxica de la ultraderecha y ha simplificado la burocracia autonómica potenciando la actividad de los agentes económicos sin enemistarse con los agentes sindicales. Pero eso no lo convierte en un titán de la política ni lo consagra como fundador de un nuevo andalucismo ayuno de ideología y preñado de pragmatismo.

El peligro para Juanma Moreno es creerse lo que le dicen sus subordinados y sobrevalorarse. Su legión de admiradores y cortesanos quizás están abocados a la entronización y la idolatría hacia quien les proporciona trabajo y relevancia, pero él debería escapar de la autocomplacencia que conduce al endiosamiento. Con más modestia y menos atención a los cantos de sirena le iría mejor. A la larga.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios