De poco un todo

enrique / garcía / mÁiquez /

Dolça Catalunya

EL Gobierno debería estar preparando diferentes protocolos de actuación para las muy diversas situaciones que pueden producirse en Cataluña, aunque con Rajoy no se sabe, no contesta. Mientras tanto, los nacionalistas erre que erre, así abdique el rey o Duran i Lleida se baje a medias del autobús. Escribí un artículo sobre lo que convendría tener listo para el peor de los escenarios. Si se independizasen, lo primero sería cambiarle el nombre a nuestra nación, que ya no sería sino "Expaña". Luego, revolear el sistema de autonomías y, enseguida, plantear referéndums de españolidad dentro de Cataluña (oh, el derecho a decidir, oh, el sacrosanto) por provincias, comarcas y ciudades y pueblos y barrios, etc.

Pero no vengo a repetirme. Vengo a decir lo que haré yo: hacerme catalán (también). Del bufete de Roca (sí, el mismísimo que defiende a la Infanta Cristina) ha salido un informe que afirma que los catalanes, tras la independencia, podrán disfrutar la doble nacionalidad. Serán españoles de pleno derecho. Así burlarán la inmediata expulsión de la Unión Europea. Y a mí, aunque suene a que se chuflean de nosotros, me parece perfecto, porque los catalanes son españoles, hagan lo que hagan. Por mi parte, pediré inmediatamente la nacionalidad catalana, junto a la mía española, valga la redundancia.

Por español, en Barcelona estoy en casa. ¿Por qué voy a dejar que un proceso delirante me prive de parte de mi estatus ciudadano? No vivo físicamente en Cataluña, ya, pero habito un suelo jurídico-político único que es también el catalán. Creo que, principio de reciprocidad aparte, hay base jurídica para mi nueva nano nacionalidad a estrenar.

Tengo además por ahí detrás un puñadito de apellidos catalanes, por si se pusiesen estrictamente racistas, pero no creo que ni a los nacionalistas extremos les convenga llegar a esos extremos, cuando lo que les interesa es su propia doble nacionalidad para salir al mundo y no crearse dentro, al menos al principio, demasiados problemas étnicos. Podría entonces, qué curioso, votar allí, cosa que ahora no, constreñido por mi circunscripción. No sé si esto lo haría mucha gente, ni sé qué (o qué no) preparan Rajoy, el nuevo rey, la vieja oposición... Por lo que a mí respecta, mi condición de ciudadano de la dolça Catalunya no me la van a birlar así como así. Cataluña -su paisaje, su gente, su idioma, su literatura, su historia- me encanta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios