Con la venia
Fernando Santiago
Zambombá
El sector sanitario ha sido uno de los que más ha sufrido los cambios sociales y tecnológicos en los últimos cuarenta años. Al principio, se normalizó el tratamiento entre los profesionales de la salud y los enfermos a base de nombres de pila, y siempre al "tú por tú", como signos de presunta igualdad y cercanía. Más adelante, con la llegada de internet y del doctor Google, se han arrinconado a sus empleados como si su función fuera mecánica, exigiéndoles unas prisas contrarias a la excelente función humanitaria que desarrollan. Y frente a este ocaso, emerge la nueva estrella de la sanidad: el paciente que vendría a ser un educado y sabio usuario con ilimitados derechos. En esta línea se manifiesta el recién aprobado proyecto de ley de Garantías y Sostenibilidad del Sistema Sanitario Público de Andalucía.
El nuevo proyecto de ley, en lógica con los tiempos, toma a este personaje como eje del sistema y lo hace merecedor de todo tipo de halagos y de un alfabeto entero de derechos, con prolijos apartados de la a hasta la z en su interminable artículo 7.(El texto que manejo, lo mismo ha sido corregido, se salta la "ñ"; no se si por descuido, por ignorancia o por su falta en el teclado del ordenador de la Consejería). Mientras, los profesionales de la sanidad, mal pagados y auténticos sostenedores del " sistema", gozan de un precepto en exclusiva, el 17, y poco más. Cabe esperar que el Parlamento corrija estos errores.
Este proyecto de ley, de terminología rebuscada y ánimo exhaustivo, debería incluir una garantía adicional al enfermo. Sería el olvidado apartado ñ) o un añadido al letra d) del artículo 7: "Se hablará a la ciudadanía de "tú", y en atención a su aspecto y edad, se le llamará por su nombre de pila, o bien, como niño o niña, muchacho o muchacha, chico o chica, joven, cariño y abuelo o abuela. El usuario o la usuaria solo podrá elegir el trato verbal de usted, don/doña, y/o señor/señora, a partir de la edad de 95 años. Nunca se admitirán grados, títulos, honores o reconocimientos de carácter civil, militar, eclesiástico o nobiliario. Por denotar gravedad en el estado clínico del enfermo o de la enferma quedan prohibidas las expresiones de "pobre" "qué lástima","qué pena más grande" o "que sea lo que Dios quiera"; especialmente en la UVI y sus anejos".
Por ahora, no puedo elegir, me quedaría en Pablo. A secas. Gracias a Dios.
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