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Rafael / Sánchez Saus

Datos para un problema

22 de enero 2015 - 01:00

EN estas semanas no han dejado de producirse réplicas del terremoto provocado por la matanza del Charlie Hebdo, y de lo más variadas. Desde las operaciones preventivas de la policía en varios países, impidiendo nuevos e inminentes atentados, a la constatación de que las reacciones cívicas de condena no han tenido la respuesta deseada entre los jóvenes musulmanes, muchos de los cuales se han negado a respetar el minuto de silencio propuesto en los centros de enseñanza de toda Francia. Desde el auge de movimientos de protesta de las mayorías, como el Pegida alemán, a los incendios de iglesias y asesinatos de cristianos en países musulmanes como Níger en medio de la habitual indiferencia. No deberíamos perder de vista estas noticias, y otras semejantes, porque más allá de su aparente dispersión componen el cuadro hacia el que pueden precipitarse los acontecimientos en meses y años próximos.

¿Y en España? Por fortuna, en nuestro país aún estaríamos a tiempo de extraer las enseñanzas necesarias para prevenir situaciones irreversibles de conflicto, aunque la ceguera y dejadez de los políticos hacen temer lo peor. Nuestra ventaja consiste en el hecho de que la población musulmana en España se cifra en el 3% del total (de 1,4 a 1,6 millones), mientras que en Francia alcanza casi el 8%, el 6% en Alemania, Holanda o Bélgica y el 5% en Inglaterra. Es posible, pues, que nos encontremos justo en los límites en los que la convivencia puede asegurarse antes de que se consoliden comunidades compactas, resistentes a la integración. Ahora bien, hay que tener en cuenta, según datos que me proporciona Alejandro Macarrón, el mejor conocedor de las tendencias demográficas en España, que el peso de ese 3% es mucho mayor entre los varones y entre los más jóvenes, y además se concentra en algunas regiones y provincias. Las hay, como Gerona, Almería, Tarragona y Lérida, en las que los niños de madre mahometana y extranjera han sido entre el 15% y el 20% de los nacidos en 2014. Añadamos que los musulmanes son, en conjunto, diez años más jóvenes que la media española y, por otra parte, son poco proclives a la plena integración. Un dato elocuente: el 70% de los niños de padres marroquíes nacidos en España, unos 155.000, no han solicitado la doble nacionalidad, caso único entre los inmigrantes. Tenemos el problema ante los ojos, ¿seguiremos ciegos?

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