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Javier Ríos / Cadizpuntocat. / Blogspot.com

Casualidades

CADA vez dudo más de las casualidades: como se suele decir "todo ocurre por algo". Y enlazo estos pensamientos con la idea de asumir responsabilidades ya que, en el fondo, apelar a la casualidad como explicación última encierra un desinterés por profundizar en los "porqués". La casualidad, como la suerte o el destino, es una variable aceptada comúnmente como causa de situaciones vitales pero que, en realidad, no explica nada en absoluto.

De pequeño, me encantaba Tintín. Tan motivado como estaba por todo aquello que me permitiese viajar mentalmente lejos del colegio San Felipe, Tintín encarnaba muchos de mis anhelos: aventuras, viajes exóticos, otros idiomas, otros países. Hasta él mismo me debía de resultar muy atractivo por diferente: tan blanco, tan rubio, con ese flequillo tan gracioso. Joven y fresco, pero culto y refinado a la vez. La antítesis de los preadolescentes que cada día me rodeaban en clase.

Años más tarde, me conquistó por duro y tierno, el papel de Billy Elliot en esa película tan bonita sobre el niño que por tener motivaciones diferentes de las de los demás tiene que soportar la burla de sus compañeros. Pues ese mismo actor, Jaime Bell, es el que está detrás de la alta tecnología que Spielberg ha aplicado en su última peli a mi Tintín de papel. Parece una tontería, pero me ha emocionado esta… ¿casualidad? No lo creo, desde pequeño quedé marcado por Tintín y si la historia de Billy Elliot hubiese sido la de un niño de barriada jerezana que lucha por ser bailaor no me habría emocionado, por cercana.

Tampoco fue casualidad el día que, viviendo en Madrid, pasé delante de un cartel: "se dan clases de catalán". Se me ocurrió apuntarme. De nuevo, la búsqueda de lo chocante, lo diferente. Tras 8 años en Madrid, ya me dirán quién me mandaba a mí, gaditano en la "capi", estudiar catalán. Inconscientemente, estaba preparando el camino para vivir un día aquí. Disculpen el tono tan personal de este artículo, esta disertación sobre aventureros rubios, niños bailarines y cómo uno acaba aprendiendo catalán en Madrid. Les prometo que, en la próxima entrega, "hablaremos del gobierno". Será justo un día antes del 20-N. Creo que tendré que releer a Tintín para evadirme de la campaña electoral que nos espera…

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