Puente de Ureña

Rafael / duarte

Carácter isleño

LA isla es, tal vez, la parte contratante de la segunda parte, y, siempre cabeza de ratón, por encima de todo. A mí me gusta recordar, indagar, y pesquerir cosas del isleño que es siempre la parte discordante de la primera parte.

Los isleños se opusieron a la construcción del Puente Carranza, aduciendo daños en las salinas, en terrenos militares y pérdida de visitantes. Cádiz ha construido dos puentes y la Isla, aquella del Zuazo, cuya mala fama diera lugar a la construcción de la Cortadura de Autrán, no ha conseguido restaurar ni, como dicen ahora, "poner en valor", ni el puente, ni la iluminación, ni las estructuras del Carenero, allende la otra orilla, que es parte contratante de la segunda parte. O de la Primera parte, si hablamos del San Romualdo.

En la Isla, la desidia se toma todo el tiempo del mundo para resolverse a sí misma. San Carlos, un solar agujereado -la Fábrica, digo-, Tiro Janer un campo de minas púnico, La Casa de Lazaga, Cruz Roja, ruinas nobles dentro de las pocas casonas nobles que tiene el casco antiguo.

Una de las mejores metáforas isleñas es la de aquel barco que se botó a sí mismo, solo, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, un día, cuando él quiso, y tras tres o cuatro conatos de botadura oficial, sin que nadie lograse deslizarlo por las gradas.

Otro, el dragado del caño, que ya se pide con urgencia en la Historia de Joaquín Cristelly y, que nadie, jamás llevó a cabo, ni cuando la corporación de luto, viajó a Madrid en busca de carga de trabajo, porque una cosa era hacer barcos y otra que tuviesen canal para flotar.

Otro, el desaparecido canal, de la Huerta del Canal, que fue un proyecto para unir la bahía con Sancti Petri, y que expiró en la calle San Juan de la Cruz, para ser demolido cuando la carretera de Pery Junquera y aledaños.

A mí, aquel canal abandonado me recuerda la vía del tranvía que muere más o menos por allí mismo, y que tiene las piedras al aire más veces, que colocadas en su sitio.

Esa isla irredimible, lenta, pasota, donde la concepción del tiempo es la demora en todo, fíjense, teniendo el Observatorio que da la hora atómica oficial, cuando aquí lo que trabaja es la deshora…

Ése es el carácter nuestro que está en los cielos, ese ver que nada se resuelve, que todo queda a trasmano, que qué más da… Ya veremos. Ya. Todo proyecto que se inicie en la Isla tardará lo de las calendas griegas, lo que tenga que tardar. Al menos, así lo contrasta su historia.

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