La ciudad y los días
Carlos Colón
Ministra fan, oposición Bartolo
La tribuna
NOS somos conscientes -cuando encendemos la luz, utilizamos el móvil, o llenamos el depósito de gasolina, por poner algunos ejemplos- de que detrás de nuestro modo de vida hay un sistema energético que lo posibilita. Cada tipo de sociedad está sustentado por energía, y las transformaciones de aquélla implican siempre modificaciones en el ámbito energético. En ningún tiempo pasado la sociedad permaneció estática; tampoco lo está la nuestra.
Algunas tendencias a medio y largo plazo que se detectan actualmente en las prospectivas realizadas nos dibujan para 2020 una sociedad diferente: seremos más y también mucho más viejos. Se prevé que la población mundial alcance los 7.800 millones y que su pirámide de población sea menos estilizada, esto es, más ensanchada por el medio y la cima. Las ciudades obedecerán a lo anterior originando una nueva configuración y dimensión de las viviendas. Además, será una sociedad con una mayor cultura de consumo, demandando servicios cada vez más personalizados. Asimismo, se producirá, después de la crisis, una reactivación del sector industrial, con nuevos sectores y productos, intensificándose la movilidad internacional de las mercancías.
Nuestro medio ambiente no será ajeno a todo ello; entre los efectos negativos esperados se encuentran un mayor calentamiento de la superficie de la Tierra, debido al efecto de las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente de CO2; una mayor contaminación; pérdida de biodiversidad; y una necesidad creciente de agua.
Y como decíamos al principio, estas tendencias implican a su vez transformaciones desde el punto de vista energético; una, importantísima, de carácter cuantitativo: se incrementarán las necesidades de energía, especialmente en los países en desarrollo; pero otras también fundamentales: la gestión de esa energía se hará más compleja y será totalmente necesario incorporar nuevas tecnologías. En pocas palabras, vamos a entrar en un nuevo paradigma energético.
Este modelo energético estará basado en una mayor eficiencia energética, que consiga reducir el impacto medioambiental de la generación y el consumo de energía; buscará un mayor aprovechamiento de las energías renovables, asegurando el suministro y la independencia energética, así como una sociedad baja en carbono; e intentará garantizar un desarrollo económico sostenible minimizando, en la medida de lo posible, la incidencia de los combustibles fósiles, procurando que sus efectos sean más livianos y preparando a la sociedad para un futuro libre de carbono.
La Unión Europea está haciendo una apuesta decidida a favor de este nuevo modelo. Sus políticas persiguen, a medio plazo, alcanzar el objetivo conocido como 20-20-20: que las energías renovables supongan un 20% de participación en el mix de generación de energía; reducir un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero; y que se incremente un 20% la eficiencia energética.
Pero para poder conseguir esos objetivos se necesita una poderosa revolución tecnológica, lo que supone un trascendental reto para la industria. Una industria generadora de empleos altamente cualificados que tendrá que atender a los países europeos para que alcancen esos objetivos y, a más largo plazo, al resto del mundo, ya que este modelo se impondrá, poco a poco, a escala global.
En este sentido, Andalucía no puede desaprovechar las ventajas competitivas que ya tiene desarrolladas en el ámbito de las energías renovables, ya que, si se fomenta la innovación tecnológica, puede situarse entre las regiones más avanzadas del mundo. Para afrontar este reto, y a pesar de que ni la crisis financiera ni las actuales políticas gubernamentales ayudan a ello, habría que reforzar el papel de las empresas que son actualmente referentes tecnológicos en este ámbito, pero también abonar el campo para que surjan otras nuevas, capaces de crear mayor valor añadido. De igual modo, se debe fomentar la presencia de la industria andaluza en los sectores que están emergiendo en el mercado energético.
En definitiva, Andalucía no puede dejar pasar la oportunidad de especializarse y de conectarse a la red que se está formando internacionalmente para posibilitar el nuevo modelo energético que sustentará la sociedad del futuro.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Carlos Colón
Ministra fan, oposición Bartolo
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Israel, la guerra permanente
Confabulario
Manuel Gregorio González
Lo mollar
El Palillero
José Joaquín León
El viajero del Hospital de Mujeres
Lo último