Opinión

Enrique Montiel

Alegría, compás y corazón

CUANDO se fue Chano Lobato le dije: "Mariana, ahora tienes tú la llave del compás de Cádiz". Me miró a los ojos con sus ojos sonrientes y me dijo que yo la quería mucho. Era verdad, siempre la quise muchísimo. Porque era una artista extraordinaria, una mujer buena y era Cádiz, esa idea que tenemos de Cádiz incluso los de Cádiz: alegre, chispeante, lujosa de imágenes, generosa, perspicaz, ingeniosa... En su caso, además de todo esto, era una artista completa. Cantaba, bailaba...

Ahora mismo, con la noticia sin digerir, la noticia de que acaba de morir Mariana Cornejo, tengo delante de mis ojos la película de su vida, digo las veces en que la he visto cantar, me ha asombrado su risa de pájaros libres revoloteando, su arte sencillo, generoso, grande y bueno. Es que la veía quejarse de que "le dolían los zapatos" antes de subir al escenario y cantar por bulerías de Cádiz y darse la vueltecita con todo el arte, se le había olvidado "el dolor de los zapatos" y los años, y todos los dolores que hubiera tenido. Porque estaba delante de un público que sabía que la adoraba, que estaba entregado a ella, a su compás de Cádiz inigualable, a su sentido de un ritmo por el que nos llegaban los oleajes de lo que siempre había sido el flamenco de Santa María, el flamenco de la infancia y la juventud de Mariana Cornejo, Mariana de Cádiz para siempre.

Decimos, porque lo creemos de verdad, que los artistas, los verdaderos artistas, nunca mueren. Porque quedan en el recuerdo de las gentes de su generación, de los que fueron coetáneos. Y de quienes, andando el tiempo, se acercan a conocer, a escuchar, a realizar la inmersión que significa abrazar el cante. Y entonces, cuando el cante es auténtico, genuino, característico, entonces, en cualquier lugar del mundo, desde un bar de Marsella a un teatro de Praga, donde se produjo ese fogonazo de una noche de cante y baile y compás y música, entonces, hay una resurrección completa y el artista -sea Mozart, Piaff, Camarón o Mariana de Cádiz- se pone en pie desde la muerte y muestra la inmortalidad del arte, que es lo único con lo que no puede el olvido ni la desmemoria.

Me acaban de decir que Mariana Cornejo ha muerto. No es posible pero desgraciadamente ha ocurrido. Va a ser difícil quien administre su herencia. Porque en el Flamenco de las mayúsculas, la línea que venía de los fardos del muelle, esa historia extraordinaria de Pericón que arranca en el Mellizo mítico y sus epígonos, y salta por las cuerdas del corazón de Aurelio (de Cádiz), el propio Pericón (de Cádiz), la Perla (de Cádiz) y Santiago Donday y Chano Lobato, Juan Villar, Carmen Jara, Rancapino... y todos los jóvenes que capitanean con sencillez y corazón David Palomar y Encarnita Anillo, todo el flamenco que hoy llora desconsoladamente a Mariana Cornejo, si me lo permiten, debe no olvidar nunca que esta Reina del Compás de Cádiz hace su entrada en el Panteón de los Inmortales.

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