2026: ¿El año de las compañías medianas y pequeñas?
Vámonos a hacer pascuas
Felices Pascuas, aunque ya se han ido. Pascua proviene del hebreo “paso” o “salto”, lo que, en el corpus cristiano, da lugar a dos tránsitos: el que rememora sin memoria propia el nacimiento de Jesús, y el que lo hace por su muerte y resurrección. Emerge el “Felices Fiestas” por renegar de la Navidad, que huele a Iglesia, ¡y a derecha! Podrían otros periodos de holganza, pitanza y viaje llamarse así de genéricamente, “fiestas”, e intercambiarse fraternos deseos en los julio o agosto veraneantes o los puentes largos. Por amor al prójimo. Comprenderlo todo es perdonarlo todo, o sea y al caso, soportar la levedad ideológica y sus modas.
Hace tres días fue Nochebuena, y, tras esa noche, fue Navidad; que, en plural y ya sin mayúscula, llamamos “navidades”. Un periodo exuberante entre dos años de almanaque, donde los horarios se prestan al relax y al relajo –que no son lo mismo, sino lo contrario–. Los negocios comerciales y hosteleros entran en frenesí; el resto de trabajos, en una especie de ralentí que regatea al convenio. Pueden las navidades -–o Felices Fiestas– suponer largas horas de dolor para el bolsillo y el aparato digestivo, y a la vez ser días de reencuentro y cariño. Del otro lado, uno indeseable pero inevitable, jornadas de acometidas de la ausencia o la soledad.
Bien mirado, estas fiestas, con su cachondeo de Fin de Año y su Cabalgata final, son cosa de niños. De Niño Jesús, quien quiera sentirlas nacimiento y renacimiento. No es cinismo lo que sigue: todo esto es cosa de niños que están de vacaciones escolares, y lo que ello supone de revolución de la cotidianidad. Puestos a desproveernos de Belenes, Dickens o el surrealismo de los textos de los villancicos (una burra cargada de chocolate, peces que beben y vuelven a beber), y dado que este es un periódico económico, las navidades son para la economía un periodo de consumo clave. Que tiene lugar entre dos etapas “valle”, esto es, mortecinas o faltas de demanda: una, la tiesura propia del final del verano; otras, la inclemencia de la tarjeta de débito que tiene lugar nada más volver los Reyes Magos a sus desconocidos reinos. La liberación de la compra del regalo a precio caro, la ingesta calórica y la cola aeroportuaria necesitan, al poco, dopaje y bomba de oxígeno: he ahí las rebajas de enero. Que no son otra cosa que estrategia de promoción de marketing orientada a liquidar stocks no vendidos, y a reactivar las ventas. Que el ritmo no pare.
Homo Economicus es un concepto de Teoría Económica que presupone un ser racional, lógico, egoísta y maximizador de su utilidad y beneficio, ahorrador y oportunista. Una abstracción útil que desestima que la racionalidad es una simplificación ideal de la complejidad de las personas en sociedad, de sus vaivenes consumidores ante las emociones y los anzuelos ocasión. A quien en estos próximos enero o febrero me venga a chulear de los chollos que ha sabido adquirir le diré: ¡Feliz Solsticio de Consumo, crack!
Las pascuas paganas son más tercas y reales que las arrinconadas en la ilusión, la esperanza o la tradición. A las que van devorando año tras año.
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