2026: ¿El año de las compañías medianas y pequeñas?
Un trato exquisito
Hoy, desde mi condición femenina, como se dice ahora, "desde mi género", voy -sigo hablando en moderno- a poner en valor el exquisito trato que dispensa el Carnaval a la mujer.
Aunque la palabra mujer no se pronuncia mucho en el Carnaval, siempre se dice "mi parienta" o "mi vecina". La vecindad es definitoria del género en el Carnaval, y por eso hay que distinguir los tipos de vecina.
Se califica la vecindad femenina por la edad: por ejemplo mi vecina puretona. O por sus extremidades, así es común lo de magnificar las cachas de mi vecina.
Porque la anatomía de la mujer en el Carnaval se reduce a las extremidades inferiores y al aparato reproductor. Este último, volvemos a la vecindad, suele ser de Logroño y tiene un poético nombre, digno de juegos florales: er chupapiera. Alguno es, dicen, como el pórtico de Astilleros
Alguna vez se mencionan las mamas, pero no su uso lactante sino mobiliario: "se operó y le dejaron dos pedazos de tetas y dos peazo de pezones pa colgar la chaqueta". Como ven las mujeres hemos ganado en volumen: ya no estamos mostrando meras teturrinas.
Lo de la mujer en el Carnaval de Cádiz no tiene nombre, atiende por Chocho o Chochete. Insisto, el trato de la mujer es exquisito, de una sensible fineza.
No me extraña que cuando vean que se sublima a la mujer como Diosa o ninfa, que se la entroniza en un palco como una reina y que se la trata como merece, no traguen.
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