Los ríos caudales

Ayer fui a un acto de la Fundación Ory con gente de verdad. Era la presentación de dos pliegos poéticos de la colección "Las hojas del baobab" y el número 7 de la revista Alameda 39. Dirigen este proyecto Uberto Stabile y Gema Estudillo, que hacen compatible su trabajo (la docencia, la administración) con la aventura de la creación, la crítica, la traducción y la edición. Vivir puede ser un arte: es una elección personal. Los poemas del pliego de Juan José Téllez están atravesados por el paso del tiempo. Me gustó especialmente Runner: "Yo corría, era hermoso, al amanecer hace tiempo/ … Mi ambición iba más rápida que yo. / Me adelantaba siempre en las curvas./ … Hoy recuerdo cuando era frágil e invencible,/ joven al fin y al cabo, un corredor al alba,/ con toda la plenitud pero en dirección equivocada". Los de Mercedes Escolano son fieles a su contemplación sensual de los territorios que lindan con su cuerpo, como las Caracolas: "Febrero las ha ido depositando en esta playa / al alcance de mi mano, / caprichosas en sus formas, / diversas e irregulares. / Observo sus universos cóncavos / y los comparo con mis pequeños pies / hundiéndose en la arena". Estábamos al aire libre, en el patio del ECCO (Espacio de Creación Contemporánea de Cádiz), uno de los antiguos pabellones militares frente al parque Genovés. El patio tiene un suelo de tarima de madera interrumpida por naranjos. Un pollo regordete de color pardo iba dando saltitos muy pendiente de los que intervenían. Según Benítez Ariza, graznando tras la máscara cualquiera podría pasar por una gaviota madre. María Jesús Ruiz habló de un motivo folklórico: la pájara pinta. A lo mejor esta era la madre arquetípica que buscaba el pollito. Pedro Sánchez leyó El río: "El río es una madre. Una madre con un brazo muy largo, que alcanza para arropar los flancos templados al mediodía. Es una mano abierta y maternal, hecha para la caricia húmeda y fragante, que bautiza los párpados de todos sus retoños". Aquí al lado, en San Rafael, una mujer a la que quiero mucho quizá esté ya agonizando, como un río caudal que va buscando su mar. Es intensa, dolorosa y sagrada la belleza de este mediodía primaveral de bochorno indeciso.