El Alambique
Manolo Morillo
El trompeta
Elcádiz Club de Fútbol, gano, oh, bien, y al fin se rompe aquella penuria de los empates eternos, que comenzó en primera y ojalá termine con esta victoria frente al Mirandés. No digo que no se vaya a empatar algunos partidos; pero es que lo corriente era tener una cifra de empates superior a la de partidos ganados, y eso es pa na. Hambre. Mirandés no es ni por pienso el de la campaña pasada, que casi se mete de rondón en primera. Parece ser que lo del equipo visitante el reciente pasado fue pan pa hoy y hambre pa mañana, que se dice en Casa Bayo, Plaza las Canastas (años sesenta y setenta), porque el equipo estaba lleno de cesiones que han escapado a sus clubes respectivos, dejándolo en pelota. Inciso lingüístico, como siempre acaece en estas croniquillas: los de Castilla escriben en pelotas; pero lo académico es en pelota, sin ese. Luego se oye esa burrada de “los andaluces hablan mal”, pobre cateto el que caiga en ese infinito error. Salvo el inciso y vuelvo al incienso. Lisonja de victoria. Porque ganando todo se ve con lente rosa, aunque sea ante un equipo de poca prestancia actual y… con diez, porque los del Ebro sólo jugaron con once un par de minutos, más o menos. La falta al gaditano de la Rosa, mejor que el Sobrino de su tío, decretó la roja.
DeViendo el sábado, cómo el Barça sólo le pudo meter un (delicioso) gol del Nene al débil Mallorca durante toda una segunda parte, los amarillos nos consolamos un poco. O un mucho. Ante esa brutalidad y perversión que representa siempre la expulsión de un jugador, pues adultera un partido, el Cádiz jugó todo el primer tiempo en campo del rival. No me disgustó mi equipo en esos tres cuartos de hora. Se movió la bola todo lo bien que se mueve la bola en Segunda y se vieron algunos momentos en los que la pareja africana dio mucha mejor versión que la de Alcaraz “y otro”. Diaquité, ya, ya sé que es con k, y Diarrá podrían ser una dupla con sabor a equipo de segunda de los que quedan entre los diez primeros al final de la temporada. Lo cual no es poco, aunque tampoco demasiado. Un cosita media alta. Y repito, mejor que lo anterior. Mi amigo XX, que me lleva eso de los seguros, sevillista de al lado de la Giralda, me afirmó en julio que habíamos firmado a un 9 de calité, Pascual. Y, para mí, fue el mejor. Porque el mejor de un equipo casi siempre es el que mete los goles, salvo excepciones señaladas. Colocó el pie como un Pelé, una delicia. Sigue así, chico, sigue así. Creo que el Cadi halló su delantero centro. Al Sevilla lo dejó en primera, por un punto, pero en primera.
La segunda parte fue otra cosa, el Mirandés siguió jugando al contra en la plaza Mina y el Cádiz se cansó de correr y se desperezó durante muchos minutos, recordando al de los partidos con el entrenador anterior a Garitano gaditano.
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