Análisis

marisa villén

La cultura

Si no invertimos en cultura, no tendremos nada que ofrecer cuando salgamos a caminar

La cultura se encerró un 15 de marzo, mes lleno de actos y eventos culturales con motivo del día Internacional de la mujer, y saldrá, (si todo va bien) en la fase 2 y 3 de una primavera que se acerca al verano.

Un día nos acostamos pensando que todo sería cuestión de quince días y otro día cualquiera, nos levantamos con incertidumbres y sin referencias ni modelos a seguir.

Soy una profesional de la gestión cultural desde hace años ya, que ha sufrido la crisis del 2008, la cual desmoronó como un castillo de naipes el modelo de ayudas a la cultura. En 2020 vuelvo a enfrentarme a un panorama desolador. Sí, desolador, muy literario adjetivo, que define y describe perfectamente a un sector que nunca se ha recuperado de la crisis (recordar solo que de 2012 a 2018 el presupuesto de cultura es el que más se ha reducido).

Es desolador ver que no se comprende ni interioriza que la cultura es el camino seguro hacia la libertad de los pueblos (Ley de Patrimonio Histórico español de 1985), que no es solamente ocio o entretenimiento, pues supone un 3,2% del PIB (al menos aportaba, veremos…), que crea empleo, aporta empresas denominadas industrias creativas culturales, las cuales forman un sector nutrido y compacto que dinamiza y gestiona la cultura.

Aun así, poco se reconoce la importancia fundamental de la cultura en esta cuarentena, para hacerla más llevadera. Todas las instituciones públicas, privadas, sin ánimo de lucro, han sacado de sus archivos sus ofertas de cultura, y permitiendo ver ensayos de ballet, óperas estrenadas en el Teatro Real, el Museo del Prado nos ha mostrado obras en sala y documentales, obras de teatro, conciertos online, en streaming, grabados, en directo, improvisados, la lista es interminable....

Aquellos creadores y gestores culturales que en la pandemia no tenían contenido digital lo han creado y todo esto se ha realizado sin costo para el público…, al tiempo que la tesorería de las pymes culturales se ponía en rojo.

Finalizada la fase aguda, que no la cuarentena, demandamos inversión. Si no invertimos en cultura, señores, no tendremos nada que ofrecer cuando salgamos a caminar y a vivir en la nueva realidad. No habrá películas nuevas, los libretos de nuevas obras teatrales estarán cogiendo polvo en alguna estantería, las compañías de ballet no tendrán capital para montar el espectáculo, que decir de la ópera, los grupos que daban conciertos en salas pequeñas estarán buscando trabajo en otro sector, los mediadores culturales no encontrarán su espacio de mediación, los comisarios estarán pensando qué comisariar y para quién...

Realizado este esfuerzo, es vital invertir en cultura con visión de futuro y sentido común. El papel del sector público en este punto resulta imprescindible. Hace pocos días ha llegado un plan de rescate (Real Decreto Ley de 5 de mayo de apoyo al sector cultural) que está resultando polémico.

Necesitamos que la sociedad civil y el sector empresarial nos perciban como esenciales y no nos ignoren. Hay urgencia de que todos entendamos que si la cultura "se para", disminuye, se minusvalora y se abandona poco a poco a su suerte, nuestra propia identidad y tradición estará en riesgo severo de desaparición. Todos podemos ser mecenas, volcándonos en las instituciones culturales de nuestra entorno y hacer posible un cambio de rumbo en las decisiones que afectan a los equipamientos culturales. Esperemos a esa última fase de la "nueva realidad". Seremos cautos, trabajadores, creativos, optimistas, emprendedores... No se puede olvidar la cultura, olvidarla sería el principio del fin de nuestra actual civilización.

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