Creer o no creer

El Alambique

17 de mayo 2025 - 07:00

“La religión nos hace violentos. No la he querido ni la quiero porque cuando algunos entran en ella de lleno, pretenden acabar con los que no piensan de la misma manera”. Ese fue el argumento que un antiguo conocido me contó, casi sin venir a cuento, sobre el porqué era ateo: “Así, insistió, a mí nadie me convencerá de lo contrario”.

No pretendía yo entrar en debates tan profundos, ni me sentía con capacidad para rebatirle nada. Hace años que aprendí que las creencias religiosas no se nutren por diálogos más o menos interesantes o convencedores sino porque el creyente necesita creer. Tiene necesidad de Dios. Un día descubre que no quiere dejarla. Que le gusta vivir con fe.

Me atreví a contestarle: “Tu único problema es que buscas a Dios mirando hacia arriba en vez de mirar hacia el lado. Deja en paz a Dios. Deja de enfadarte con Él. Dices que no crees, ¿para qué, entonces ese malestar? Ya Él se te revelará cuando quiera. Mientras tanto, observa a tu alrededor. Ayuda al vecino que nadie saluda, o al que está viviendo bajo mínimos porque no le llega la pensión. Así estarás haciendo del mundo, de tu mundo cercano, un lugar mejor.

Los debates religiosos se han multiplicado desde la muerte del Papa Francisco y el posterior nombramiento de León XIV, nuestro papa misionero. Casi nadie curiosea en sus estudios o cualidades especiales. Lo que permanece en el respeto de la mayoría de las personas es que ha pasado cuarenta años dedicado a las misiones. Dos tercios de su vida dedicado a los más pobres.

La historia de las religiones y de los colectivos de pensamientos radicales suelen estar convencida de la necesidad de erradicar a los que no creen lo mismo. A veces están plagadas de violencia. Casi como los grupos políticos, que se sienten incapaces de ponerse de acuerdo sobre todo lo que atañe al bien común.

La religión que estos Papas pretenden se basa en el acercamiento al desfavorecido, el respeto al diferente y la esperanza en que un mundo mejor es posible, no solo mirando hacia arriba.

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