El parqué
Álvaro Romero
Jornada de subidas
Nos ha dejado Rafael Gómez Ojeda, una buena persona, que es lo más que se puede decir de alguien. Alcalde que salió -debido a una ignominiosa moción de censura del PSOE y el PP-, como entró, con su piso y su viejo coche, y con la honestidad por delante.
Fui una de las personas que tuvo más enfrentamientos con él debido a su apoyo a Puerto Sherry. Fueron años duros, con una fuerte contestación social a este proyecto especulativo que terminaría por destruir una de las playas más queridas de El Puerto. Llegamos a ocupar un Pleno municipal, y allí nos quedamos encerrados toda la noche. Rafael nos dejó, y defendió nuestro derecho a ejercer la contestación social por medios pacíficos. Discutimos mucho, pero nunca tuvimos una palabra de descalificación de uno hacia el otro. Y mantuvimos una buena relación por décadas.
Rafael incluso acudió a los actos que le invitamos los ecologistas para celebrar diferentes aniversarios de nuestra fundación. Reconoció su error al haberse creído las bondades económicas y sociales de Puerto Sherry, lo que le honra, y alabó la acción de los ecologistas; “indispensables”, según sus propias palabras.
Algunas veces le recriminé no haber retirado los retratos de los golpistas que hay en la galería de alcaldes de El Puerto. Ahí están todos los que han ostentado la alcaldía, unos legítimos, otros, usurpadores durante la dictadura franquista, delegados del partido único. Algunos participaron en la represión y asesinato de republicanos, entre ellos el padre de Rafael, fusilado tras el golpe de estado. También están los que ampararon la detención y fusilamiento del alcalde legítimo de la ciudad y del presidente de la Diputación, también portuense. Y ahí siguen.
Quedamos en que un día nos sentaríamos para que me contara el papel de estos golpistas en la represión a los comunistas, la única oposición que existió en los años mas duros de la dictadura. Porque hubo de todo, algunos activos participantes en la denuncia, detención y tortura de opositores al franquismo. Otros, sencillamente, miraron para otro lado. Todos ilegítimos. Nunca llegamos a tener ese encuentro, y ahora lo lamento. Se van los que conocen la historia de esa época negra. Fernando Guilloto es uno de ellos. Su memoria no debe perderse nunca.
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