La que se ha liado ante la razonable propuesta de un ministro de consumir menos carne para mejorar la salud. Una avalancha en las redes sociales ha intentado ridiculizarlo, con un nivel de argumentación cero. Lamentables la respuesta del PP, invocando la libertad de comer la carne que cada uno quiera –que recuerda el comentario de Aznar rechazando que se regularan las copas antes de conducir-, y la del presidente del Gobierno, con su chuletón.

En España se consume más del doble de carne por habitante que la recomendada por los expertos; en esto somos líderes en Europa. Se sacrifican más de 900 millones de animales al año. Puede ser una reacción impulsiva en un país que siempre convivió con el hambre.

Primero llegó el pollo enjaulado barato, y ahora la carne de cerdo y vaca criados en inmensas macrogranjas que nada tienen que ver con el campo. Esta carne barata y de escasa calidad es la causante de la ruina de muchas explotaciones familiares en régimen extensivo, basadas en el pastoreo.

Es una evidencia que hay que modificar un modelo de producción industrial que destruye la biodiversidad y acelera el cambio climático; pero, sobre todo, hay que concienciar a la sociedad sobre los efectos del consumo excesivo de carne. La información veraz puede combatir bulos y la publicidad interesada del sector industrial cárnico.

Además, se olvida que es imposible mantener el actual consumo de carne de las sociedades desarrolladas y, menos, ampliarlo al resto de la humanidad. Para alimentar la ganadería industrial importamos recursos –cereales, soja, harina de pescado…- que provocan un gran impacto ambiental en los países que los producen, y desvían recursos necesarios para la alimentación humana. El 30% de la producción agrícola mundial es ya para alimentar al ganado. Sólo en USA el ganado consume el equivalente a las necesidades de 2.000 millones de personas. Y se oculta que unas pocas corporaciones están controlando la producción y el comercio mundial de alimentos.

Y lo lamentable es que teniendo una dieta mediterránea en base a las proteínas vegetales de las legumbres, la estemos abandonando para consumir salchichas y hamburguesas.

Cuando nos estamos jugando la salud humana y la del Planeta, sería recomendable un poco más de rigor en los debates públicos.

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