Carranza

¿estadiocarranza? ¿Puente Carranza? ¿Trofeo Carranza? ¿Puente Rafael Alberti? Bájate del caballo que ahora pongo al mío, desentierro unas momias. Ah, la necrofilia hispana, siempre ávida, siempre gozosa de andar entre muertos, muertos imperdonables para unos, héroes, quizá de cartón piedra, para otros pocos.… Derribo unas estatuas, reviso la Historia de eso que todavía se llama España, telefoneo al Averno al tito Pepe, el de Georgia, para preguntar más que nada. Ah, y al tito Adolfo, y al tito Paco. Tenemos tantos titos, no de carne, no de ideología política, pero como todos han sido maltratadores, pues por eso. Por cierto, L´Humanité periódico del partido comunista galo, era lo primero que comprábamos los españoles al llegar a la querida Francia, tierra de otro tito, el tito Napo. bastante decepcionante, nunca más lo compré. El diario, digo. De todos los titos que hemos desgraciadamente tenido, éste es el que mejor ha escapado, allí en su catafalco bellísimo de Les Invalides. Unos más, otros menos, una persona sensata se puede inquirir una terrible pregunta: ¿Cuántos millones de desgraciados murieron bajo la bota de estos maltratadores de Europa, del Ser Humano? Muchísimos; pero no voy a sumar, lo cual no sería difícil… Un judío que se hacía llamar Hijo de Dios dijo refiriéndose a los muertos: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Dio en la tecla. Estudiemos Historia, juzguémosla; pero no hagamos revisionismo histórico, huele muy mal. No nos entregamos con el jodido, odioso, pueril, tu más, tan de moda entre tito Pedro y tito Feijoo. Paréntesis ortográfico, señores, Feijoo no lleva tilde. A ver si empezamos a…

De todos esos carrancitas que escribíamos al inicio de esta carta dirigida siempre a mis gentes de Cai-Cai, el que más coincide con una página de deportes que se titula EL PÁLPITO AMARILLO, debe ser el del Trofeo Carranza. Yo diría ex Trofeo Carranza, un esqueleto que ocupa ya el sarcófago antropoide de la Plaza Mina y cuya presencia nos dignifica desde hace algo más de tres mil años. La ciudad más antigua de Occidente, toma candela. Porque el Trofeo Carranza ya no existe, por más que queramos, con buena intención, sin duda, restaurarlo. Es como ponerle un yeso a uno que tiene mil huesos rotos. Al igual que los titos de arriba se trata de una ruina histórica. El escribidor de esta cosa, ha visto sobre el verde estadio gaditano a Pelé. ¿Quedamos muchos españoles que hayan visto, en directo, a unos metros, al Negro, como expresaba con máximo respeto el estupendo Menoti? Y casi al mismo tiempo a Di Stéfano, Puskas, Gento, Kocsis, Evaristo, Luisito Suárez, no sé si kubala, Eusebio, el muy técnico Palmeiras, el del partido del silencio, o sea el Bilbao contra el Reims, donde sólo se oía el golpecito de la bota en el pelotón. Silencio. Como en Misa. Nuestro querido paisano de La Laguna, aún no había nacido, cuando su nuevo equipo, el Botafogo, visitaba el glorioso estadio algunos veranos. He venido del Bocho, cuando se decía las Provincias Vascongadas, para ver la final contra el Español de Barcelona, que, por cierto, ganaron cuatro a uno. Perdón si me he equivocado. He venido de Ceuta a ver el Trofeo. Yo soy de la Cava Alta y quiero ver como mi Aleti gana el Carranza, y así, montones de forastas. Er tadio ze queaba chiquetito, como me aclaraba un jerezano de Paula. Finales donde Cruyff cabalgaba sobre un corcel elegante, con esa gracia futbolera que tenía el feísimo neerlandés sobre el césped. Johan, terminaría siendo el creador del fútbol actual a través de su pupilo Guardiola.

Aquellos sí eran Trofeos; pero un Cadi-Cordoba… Con perdón…

Por cierto, hace tiempo que no veo por Carranza a mi amigo Carlos Medina y a su guapa hija. ¿Por qué? ¿Es cierto que lo echaron del Carranza? Home, por Dio, Carranza debe ser la casa de todos.