
Balas de plata
Montiel de Arnáiz
El malpensado
Nome gusta mucho mezclar el deporte con la Historia; pero un día es un día. En la humilde academia (Academia, vaya eufemismo) adonde me llevaron mis papis ya oí el sintagma Carlos Quinto. Y de coletilla, primero de España y quinto de Alemania, toma ya, casi na: el prognático Austria barbirrojo, maravillosamente retratado por Tiziano en la batalla de Mühlberg, 1547, montando un corcel negro. Luego en el Columela de san Agustín. Luego en el de los Glacis, y finalmente, en la Fac. El César Carlos me perseguía, porque llegaba a Público 4 y, encima, el papi leyendo España bajo los Austrias de John Lynch. Y es que papi admiraba profundamente el siglo XVI español, sí.
Pero, bueno, dejemos el brillo destellante de esa época, gloriosa sin duda. Porque todo venía a cuento del título de esta croniquilla que podría haberla titulado, asimismo, Carlos Alcaraz I, emperador de la Court Chatrier, como su padre de trono, Rafa Nadal. Roland Garros, para entendernos. El partido de Carlitos fue… ¿épico?, palabra muy gastada, mejor único, quizá irrepetible, ya que el niño de los dientes separados y con las protuberancias del caballo de Espartero, nos proporcionó la alegría grandísima del día. Y sufrimiento. Menos mal que ganó, porque cinco horas y media de martirio y, encima, perder, nos hubiera puesto el estómago mosqueado para ver luego el triunfo de España. Olé, tú, me digo. ¿Triunfo? Y un… Me decepcionó por primera vez el equipo de la España de Luis de la Fuente. Y es que si Lamine no tira de la selec, la cosa deja de ser gloriosa. Es así. Hemos confiado a un monstruo el destino de nuestro fútbol, y es, efectivamente un monstruo; pero adolescente. Y humano. Y puede no tener su tarde y no marcar dos goles y poner otro, como acaeció frente a la decepcionante Alemania. Y puede, entonces, que España empate. Y es que no hemos perdido. Resulta que no hemos perdido frente a una Portugal a la que hemos minusvalorado, porque quien ve la liga británica, sabe/sabemos que tiene muchos lusitanos maravillosos esparcidos bajo la lluvia casi eterna de Manchester, Londres… Y tras ponernos por delante dos veces, empatamos y llegamos al terrible, siempre, turno de los penales, cara y cruz al aire en el que puede pasar de todo, una tómbola. Perdimos los penaltis, no el partido. Igual que le acontece al FC Barcelona, España se traga muchos goles. En estas semifinales, seis en dos matches. Demasié, ¿no les parece? Fuente debe mejorar eso. Pero sin el veterano Carvajal, que ya veremos cómo vuelve de la gran lesión y del tiempo que lleva sin jugar, y más a su edad, ¿Porro? No es estupendo. ¿Cucu? Un desecho del Barça con más suerte que… En el centro el larguirucho recién fichado por Flor está verde como la menta. Los demás, jugadores casi de segunda fila, Lenormand es buen ejemplo. Hay que inventarse una defensa nueva. Claro, eso es lo mismo que arguye san Flick y tampoco da con la tecla, porque Araújo, que parecía que iba a volar, y está pacharlo, verbigracia. Bueno que lo hagan los clubes y sus entrenadores, que yo no cobro por crear defensas fuertes, italianas, como la del Inter…
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