Juan Clavero
Beardo planta un árbol
En uno de los últimos coletazos de mi tour literario desembarqué en una mesa redonda sobre la novela negra en Cádiz organizada por el Ayuntamiento de Chiclana de la Frontera dentro de su I Feria del Libro, de la mano del eminente Juan José Téllez y la encantadora concejala de cultura, Susana Rivas. Uno de los puntos que se trataron fue la verdadera dimensión que puede tener la provincia de Cádiz para ser escenario de novelas policiales o criminales como las que escriben gente como Rafa Marín, Benito Olmo, Óscar Lobato, Blanca Cabañas o David Monthiel.
¿Existen realmente tantos delitos y crímenes en Cádiz como para ser inspiración o base de novelas no ir en comparación con otras localidades de España? ¿Es más, existe o debe existir una correlación entre el índice de criminalidad de un pueblo y su relevancia para ambientar en él las historias noir de los centenares de escritores gaditanos que pueblan Cádiz?
Es cierto que hay crímenes inolvidables -el descuartizador de Cádiz, el robo de la caja municipal de la Isla, la matanza de la choza del Seisdedos en Casas Viejas, las niñas asesinas de Klara- pero más aún que existen miles de historias que se producen aquí y no en otro lugar, que tienen un claro encaje en la novela negra canónica al uso sin necesidad de que aparezca el cadáver de una mujer en la orilla del isleño castillo de Sancti Petri o de que treinta canis secuestren al jefe de un narco-clan de un hospital de La Línea.
Esto es Cádiz, y aquí hay que … matar. Y luego nos horrorizamos. Uy, lo que ha dicho. Zas, ya la hemos liado. No aguantamos pamplinas ni transigimos con milongas, somos de ópalo, renegridos, tenemos la mirada oscura de largo alcance, como el francotirador paciente que se cargaba nacionales en Grazalema.
Cádiz es negra, y lo ha sido siempre. Aquí no nos andamos con chiquitas, ni frente al invasor gabacho ni contra al señorito de patilla de boca de hacha: amartillamos la faca y apretamos los riñones. Y que venga otro y lo cuente, preferentemente periodista y en la sección de necrológicas. Tres mil años de crímenes históricos. Quizás sea por eso que haya una nómina, relación o elenco tan profuso de escritores de todo Cádiz que cultiven el noble y bello arte del novelar lo criminal.
Tenemos festival negro en Sanlúcar de Barrameda y próximamente en Cádiz capital, de la mano de su Ayuntamiento y Alberto Puyana, que ha debido ver mucha sangre gaditana, como buen sanitario. Deberíamos preguntarnos el motivo de la fascinación por el lado oscuro de la realidad que profesamos, de nuestro amor por los villanos. Yo tengo una teoría, que el mal está en el interior de todos nosotros y nos fascina la imagen negra que nos devuelve el espejo: la del asesino oculto que, en muchas ocasiones, jamás sale a la luz.
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