Tormenta política y cambio de marea
Bey y Berenguer
Nobleza obliga, Alcaldesa. Agradecidos estaremos muchos escritores y amigos que los conocimos y los tratamos, gracias a tu implicación presupuestaria para Antonio Bey, íntimo amigo del doctor, medalla de oro de San Fernando, Don Juan García Cubillana, y cómo no de Pepiño el serio pintor isleño y europeo. Bey cuya Virgen de la Caridad, fue noticia, por los mismos motivos que hoy, la restauración de la Macarena, que parece que ha dado en otra Macarena distinta, como ocurrió con la imagen isleña. Este homenaje que rinde el Ayuntamiento que usted preside, se basa en obras y recuerdos, que han llegado a nuestros días, seguro que por la amistad.
Aristóteles afirmaba que "los buenos legisladores han cuidado más de la amistad, que de la justicia. El último extremo de la perfección en las relaciones que ligan a los humanos reside en la amistad".
La belleza espiritual surge, cuando el mandatario cuida bien de su pueblo y sus vecinos, sean del signo político que sean. Es una apuesta que merece un serio reconocimiento. (En la ínsula funciona el boca a boca, más que en las redes sociales).
Berenguer es con calle, placa, y biblioteca, un espécimen que rayó a gran altura literaria y llevó el nombre de San Fernando por todo el circuito cultural de entonces. Como siempre lo veo recibiéndonos en aquel patio, el mismo dónde se presentaron las actividades del reciente "Año Berenguer", para introducirnos en su despacho, y leernos partes de sus novelas. Enrique Montiel, Juan Mena, Antonio Bocanegra, conocen, saben, vivieron y viven el recuerdo nítido de la amistad de bien que Luis nos profesaba.
Antes, había muerto Bey en el accidente de aviación. Nos dejó también el Cristo del Perdón, cuyos brazos de musculatura y venas perfectas, había tallado copiando el modelo de Juan García Cubillana, gimnasta de anillas, que posaba en postura de cruz, para él.
Esa Caridad por la calle Comedias, relatada por Montiel en su novela de ese título, subiendo y parando en la puerta de Paquiqui, buscando ya la portada de San Francisco, donde el aroma del bienmesabe fundido con el incienso, hacía más llevadera la carga bajo las trabajaderas.
Esas cosas, esos ecos, y reconocerlos y dejarlos para la posteridad es lo que tiene la estatua de ambos. Ya la obra de Berenguer está siendo estudiada. Manuel Ramos y Ana Sofía Pérez Bustamante en la UCA, han iniciado y mantienen el testigo en alto. Esa lucha real contra el olvido. Contra la fosa. Contra el no tiempo de la muerte.
Obversentur species honestae, Llenad vuestro espíritu de nobles imágenes, aconsejaba Cicerón, porque siempre hay ocasión de incurrir en faltas, lo mismo en la soledad que en el mundo.
Y el no tiempo devora los silencios.
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