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Análisis

manuel amaya zulueta

Ojú, Ter Stegen, ojú, Mini Gómez

Por primera vez, desde que escribo en Diario, me molesta la página en blanco, esa expresión manida que se usa entre los plumillas. ¿Y por qué? No sé de qué escribir. Al menos de momento. Me gustó tan poco el partido contra el Barsótida que el cabreíllo me duró hasta que me dormí. Serio, un poco quemado, hablando poco… No sé si estarán conmigo de acuerdo, pero yo vi un partido plúmbeo, tristón, apagado, infructuoso. Realmente, no vamos a disfrutar a Carranza, sino a resistir, en definitiva, a sufrir, digámoslo claramente. Así que…, todo normal, dilecto lector. Quizá, colijo, que aún estoy con las neuronas perviviendo los partidos de la Champions, los dos partidazos de los dos grandes de España. Tal vez. Lo que sí tengo claro, como el hache dos o, es que solamente hubo una jugada magnífica en el partido: el tirazo del africano (escribo el gentilicio porque no hay modo de memorizar el nombre del muchacho) que, si hubiera encontrado otro portero en frente, hubiera significado el ansiado empate. Pero no pudo ser, el teutón, como escriben los del Marca, voló sobre el verde de manera extática (no crean que me he equivocado, no, con equis, sí) e hizo, como casi siempre, el paradón del partido. No empatamos porque nos la pegamos frente al “mostru”, como diría Caracol. Es que el del tupé nuevo (Stegen) salva tantos goles... ¿Qué sería del F.C. Barcelona sin ese guardapalos? Tendría veinte puntos menos. Claro que lo mismo podríamos decir del Madrid. ¿Qué haría sin Vinicius, o sin Bellingham? Pues que tendría un montón de puntos menos asimismo. En definitiva, son mejores que nosotros porque son de una ciudad más grande, tienen más pasta y pueden comprar esos tipos que bordan el football. Es como en la vida, pero a lo frívolo. Quien tiene más dinero tiene mejor casa y mejor pijama, y… mejor todo. Adiós, Marcos Andrés Ter Stegen, adiós, pisha, que nos amargaste la noche bien. ¿Por qué no te resfriaste un poquito antes del partido, hijo? Podríamos haber gozado así de la presencia de tu suplente, el muy flojito, Iñaki Peña. Con ese habríamos ganado un punto en una tarde favorablemente amarilla, pues palmaron Celta y Mallorca.

Pero no sólo nuestra ruina se debe al portero del rival, no, qué va, hay mas lienzo que rajar. Seguimos soportando la presencia (ausencia, se diría mejor, pues es jugar con uno menos) de la magnánima cesión que nos brindó un equipo “de cuyo nombre no quiero acordarme”. Pero, vamos a ver, Vizca, ¿tú crees que si Mini Gómez no interesa a un equipo de una liga de segunda como es la de Turquía, sí puede valer para el Glorioso? Si alguien entiende eso es que o no sabe de furbo o… Me reservo la opinión, porque todo lo que se piensa no se puede escribir, ¿verdad? Si así fuere, hablaríamos de libertad de expresión. Autocensura. Uff.

Y finalmente la última admonición para ¿nuestro? entrenador. Pelle, o Pele, no sé, mira, que el de delante del palco, uno canoso, está ya ronco de chillarte que por qué haces los cambios en el minuto ochenta. ¿Por qué esperas tanto? Cuando el jugador ya tiene los músculos en condiciones para a ver si puede mejorar lo sustituido, va y pita el final el árbitro. Eso, el final de esta croniquilla.

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