Antonio Morillo Crespo

Manuel

La Corredera

Esto de los apodos es muy corriente, sobre todo en poblaciones pequeñas

09 de febrero 2024 - 00:00

Se llama Manuel y de chico le pusieron el “-----------” porque acostumbraba ir en el estribo de un coche y saltaba como una billarda en cuanto paraba el vehículo. Es muy conocido y muy apreciado siendo tan popular. En todas las ciudades hay personajes a su estilo. No solo vamos a glosar y encubrir a políticos y sonados personajes. Yo hoy lo hago de un hombre sencillo que ha hecho rodar los coches desde que apareció el primero por estas calles, como es este caso, y de paso recordando los primeros vehículos de aquellos primeros tiempos.

Buenos días, le digo por las mañanas cuando nos cruzamos por los Remedios. Manuel, no sabes cantar pero sí has sido un personaje en la historia del pueblo, anónimo, sencillo y constante, toda tu vida trabajando. Le digo que voy a escribir sobre él y no me pone impedimento. Se rió comentándome sus cosas. Aquellos primeros coches y sus dueños, Chevrolet, Adst, Nast, For de Pedale, Skine, Barreiros, Pegaso Europa, el camión, el tráiler… Lo corriente era tener un caballo o un borrico, según su caudal. Y en todas las casas, al entrar a izquierda o derecha, la cuadra, que todavía se ven las ventanitas pequeñas que aireaban dicha cuadra.

Me reía con él porque una vez mi mujer, viéndole venir por la calle, me dijo: “Ahí viene el pajarito”. Sabiendo que le molestaría tal derivación, la callé, pero luego se lo comenté a Manuel y se reía con ganas. “Yo de pajarito nada, “---------” vale, que ya llevo con el mote muchos años”.

Esto de los apodos es muy corriente, sobre todo en poblaciones pequeñas, donde todo el mundo se conoce. Pero hay que tener mucho cuidado porque a muchos hasta les cae en gracia, pero a otros ¡maldita gracia! Cuento a este respecto que hace ya muchos años se me ocurrió decirle a uno (ya no está): “¿Oye, a ti por qué te dicen rastrojo?”. La contestación fue una formidable bofetada que aún recuerdo. Y tanto que no aprendí porque tiempo más tarde me pasó con otro lo mismo, pero afortunadamente sin bofetada, sino con respuesta ad hoc: “Pues lo mismo que a tu padre le dicen ‘el canito’ y a tu primo… y a tu hermano…”. Así que mi consejo, ser prudente.

Me contaron que en la post guerra venían los inspectores de Hacienda a investigar el consumo de pan por su carestía. Los llamaban ‘los lechuzos’ y cuando llegaban al pueblo, el alcalde se los llevaba a desayunar para distraerlos. No obstante, un inspector le preguntó a un chiquillo dónde estaban las panaderías en el pueblo. A lo que el chaval le contestó: “A cuál se refiere usted, al cabrito, al sapo, a la pava, a la liebre…”, Cada cual por su nombre popular y apodo. A lo que el inspector le espetó: “Niño, te pregunto por las panaderías, no por la fauna. Y tú cómo te llamas”. A lo que el referido contestó: “Yo, el gatito”.

P.D. Así pues ojo con el cante. Si sabes el mote o apodo, no se lo digas. Es mejor.

stats