Barquito de papel, sin nombre, sin patrón y sin bandera, navegando sin timón donde la corriente quiera…, primeras palabras, primeros acordes de una canción incluida en Mediterráneo, octavo álbum y más reconocido de El Noi del Poble-Sec, Joan Manuel Serrat, que pareciera que hubiera o hubiese vivido allá por 1971 en alguna de las casas de vecinos de nuestra Ribera del Río, otrora de Cargadores a Indias, y tuviese metido en su memoria sonora como un archivo más, la característica pitada con la que el Adriano III además de las horas, nos anunciaba su entrada o salida del muelle de San Ignacio, su lugar de arribada cuando los catamaranes aún eran una amenaza del exterior sin concretar.

No imaginaba Serrat cantándonos con su preciosa trova que cuando el canal era un río, cuando el estanque era el mar, y navegar era jugar con el viento…, que ya metidos en el siglo XXI los porteños de esta parte del Atlántico íbamos a llorar con lágrimas de sal y aguamarina la falta de nuestro particular barquito de papel. Pero lo que ni por asomo pensaba el barcelonés ni este que les escribe, era que nuestro barco, nuestro Vapor del Puerto, ese que tanto echamos de menos de boquilla, no estaba muerto, que no, que así nos los repetía su paisano de Mataró, Pedro Pubill Calaf ‘Peret’ en una de sus ya míticas rumbas catalanas.

Resulta que nuestra motonave más particular padece de esa enfermedad que se caracteriza por la pérdida momentánea de movilidad y de la sensibilidad del cuerpo, vamos que lo que viene a tener es una catalepsia de caballo. Los facultativos de estas cosas se han reunido con la Asociación El Vaporcito, a la que ha sido donada nuestra enseña marinera catalogada como BIC desde finales del siglo XX y, por lo visto, a base de jurdeles acopiados con muy buena voluntad, y con rifas de las de toda la vida, vamos a poder disfrutar de un centro de interpretación que nos recuerde a propios y extraños toda una vida navegando de El Puerto a Cái. En qué extraño arenal han varado tu sonrisa y mi pasado. Serrat dixit. Pepe el del Vapor desde donde pueda estar, me da a mí, todavía no se lo cree.

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