A Sánchez le mueven la silla en casa
La Andalucía procíclica
Las crisis sientan mal en todas partes, pero en Andalucía un poco peor que en el resto. Las expansiones, en cambio, nos sientan mejor. El acusado carácter procíclico de la economía andaluza, que se manifiesta en la elevada amplitud de los vaivenes de la coyuntura, es sinónimo de inestabilidad que, a su vez, es el reflejo de la debilidad de nuestras defensas frente a las perturbaciones externas y de una cierta dependencia, en las fases expansivas, de los impulsos recibidos del exterior. No es casualidad que los responsables de catapultar a la economía andaluza hacia la recuperación, tras cada una de las crisis de los últimos 50 años, hayan sido los ingresos por turismo y por exportaciones.
A España le ocurre algo parecido con respecto a Europa. Hasta la crisis de 2008, crecía y creaba más empleo, pero tras el colapso de 2009 (España, Andalucía, la Eurozona y el conjunto de la Unión Europea tuvieron crecimientos negativos superiores al 4,5%), los caminos de las economías del norte de Europa y las del sur se cruzaron y comenzaron a separarse cada vez más. Las primeras iniciaron una andadura firme hacia la normalización, liderados por Alemania, mientras que la periferia mediterránea iniciaba su particular calvario por la crisis de la deuda soberana y las primas de riesgo, gracias a la torpe gestión del Banco Central Europeo y a la intransigencia germánica.
La restauración de la normalidad financiera a partir de 2014 tuvo un reflejo milagroso en la recuperación de la economía española, que nuevamente comenzaba a crecer y a crear empleo a tasas muy superiores al promedio del continente. Los motores volvían a ser el turismo y las exportaciones, de manera que la vieja sentencia sobre el marcado carácter pro-cíclico de las economías más débiles y dependientes volvía a cumplirse. En el caso de Andalucía, sin embargo, la situación parecía ser diferente a ocasiones anteriores.
La convergencia en PIB por habitante y en empleo a mediados de los ochenta y tras la crisis del 93, no se está produciendo en esta ocasión. El crecimiento acumulado por la economía andaluza durante la recuperación (2014-2018) ha sido del 11,87%, mientras que en España ha sido del 12,96%. En términos de empleo las cosas han sido aparentemente distintas. Según la EPA (INE), el número de ocupados en Andalucía creció en esos años en más de un 15%, mientras que en España no llegó al 11,5%.
Otra forma de medir el empleo es a través del número de horas trabajadas (Contabilidad Regional de España, INE). En este caso no existen diferencias. En ambos casos el crecimiento desde 2014 ha sido del 7,9%, lo que invita a sospechar que, al margen del fraude en las contrataciones, el empleo creado en Andalucía durante la recuperación ha sido de peor calidad. El último dato disponible (2017) señala que el 17,9% de los ocupados andaluces mayores de 18 años (14,1% en España) son trabajadores en riesgo de pobreza. En ningún otro país europeo la tasa es tan elevada, aunque supone una importante mejora con respecto a años anteriores, cuando tasa de paro llegó a superar el 36% y los desempleados andaluces se veían obligados a aceptar las más abusivas condiciones de trabajo.
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