Un tributo a Cervantes "con respeto pero sin reverencia"
La compañía Ron Lalá propone hoy con 'Cervantina' en el Teatro Falla una mirada festiva a "nuestro más profundo humanista"
Los integrantes de Ron Lalá siempre habían visto que, por lo general, Cervantes "no había sido tratado con justicia en el teatro", por esa "manía de tratar a los clásicos con caspa y polvo, por esa idea de que mientras más grandilocuente te pongas mayor homenaje estás haciendo". Tras el triunfo que supuso En un lugar del Quijote, un trabajo con el que llegaron al Falla en 2014 durante el Festival Iberoamericano de Teatro, la agrupación propone otra fiesta a partir del autor con Cervantina. Versiones y diversiones sobre textos de Cervantes, una coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico que se representa hoy en el Gran Teatro Falla.
Sirviéndose de fragmentos de El coloquio de los perros, El licenciado Vidriera, El retablo de las maravillas o Rinconete y Cortadillo, entre otras obras, Ron Lalá reivindica al creador de las Novelas ejemplares, a ese escritor que perfiló "textos profundamente humanos", dotados de "un sentido del humor adelantado a su tiempo", opina Miguel Magdalena, uno de los cinco intérpretes que se desdoblan en diferentes personajes -Juan Cañas, Álvaro Tato, Daniel Rovalher e Íñigo Echevarría completan el reparto- y director musical de la propuesta. Así, "con respeto pero sin reverencia, como se hacen en Inglaterra las obras de Shakespeare", Cervantina realiza su tributo con el ritmo endiablado que caracteriza a la compañía, con una mirada "desprovista de intelectualidad. Nosotros tenemos una fórmula: intentamos que las cosas ocurran, no decimos que las cosas ocurren. Si se dice que está pasando algo, estás en el plano del intelecto. Si haces que ocurra, estás logrando algo más vivo, estás haciendo teatro", argumenta Magdalena. Ese tempo vibrante provoca el deleite del auditorio, como apunta el intérprete. "Hay veces que notamos cómo los espectadores se ríen con risas cortas para no perderse lo que viene a continuación. Y nosotros no damos tregua, no paramos", cuentan desde Ron Lalá. La impresión es que "el público sale de las funciones diciendo que se le ha hecho cortísima la experiencia, y con ganas de leer a Cervantes".
El montaje, con dirección escénica de Yayo Cáceres y literaria de Álvaro Tato, ensambla sus piezas gracias a una filosofía de equipo por la que "solemos meternos el ego donde nos quepa", bromea Magdalena, "y estamos todos al servicio del espectáculo". Los actores son también músicos y entre todos componen las piezas que se interpretan, "porque una de las señas de Ron Lalá", defienden, "es la música en directo". Una música en la que, aseguran, tienen "prejuicios cero. Nosotros somos capaces de recurrir al reggaeton, al flamenco, al blues. Aquí, ponemos en el escenario un montón de instrumentos que vamos tocando, desde un cajón de percusión flamenca hasta un laúd o un bajo eléctrico. En la anterior obra queríamos hacer algo más marciano, con sintetizadores, para meternos en la locura del Quijote", cuenta Magdalena, que se siente "sevillano de adopción por haber vivido durante años en la ciudad", y que matiza que "aquí apostamos abiertamente por el folclore".
Con esta fiesta barroca en la que se van sucediendo diferentes entremeses, los Ron Lalá quieren, como subraya Álvaro Tato, compartir con el público las grandezas de Cervantes, "la alegría amarga, la sonrisa aguda, la belleza del idioma desencadenado y la hondura de su pensamiento libre". Porque, prosigue Tato, "más allá de efemérides y celebraciones, nuestro contemporáneo Cervantes, nuestro más profundo y esencial humanista, resiste y persiste en el discurso y ejercicio de la virtud civil: el libre albedrío".
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