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7 sitios gaditanos que pueden causar terror

Jack Nicholson, en 'El resplandor'.

Jack Nicholson, en 'El resplandor'.

Si hablamos del número 4267 de la calle Roxbury, el 1428 de Genesee Ave. o el palacio de los Hornillos tal vez no reconozca el tema que tratamos. Pero si hablamos de Poltergeist, Pesadilla en Elm Street o Los otros es posible que su mente reaccione y genere en su cuerpo una respuesta lógica ante el miedo: gritar y huir.

En el cine son muchas las películas que han tratado el terror. Y más allá de la dirección, la historia o la interpretación de los actores, no cabe duda de que el ambiente, la música y los efectos especiales han contribuido a mantenernos pegados al asiento, con una mano siempre dispuesta a taparnos los ojos en los peores momentos.

Y los edificios en los que transcurren estas historias son, en muchas ocasiones, un protagonista más. Así ocurrió con el bloque de apartamentos Dakota de La semilla del diablo (lugar en el que además murió John Lennon, acrecentando su fama), o el Timberline Lodge, que sirvió a Stanley Kubrick para recrear el hotel de montaña Overlook de El resplandor.

En terreno patrio, el palacio de los Hornillos, en Cantabria, sirvió de escenario para que Alejandro Amenábar grabara Los otros y el chalet Villa Parres, en el concejo asturiano de Llanes, se usó como telón de fondo de El orfanato.

Muchos de estos edificios existen (no fueron construidos en un plató) y pueden ser visitados por los amigos de los sobresaltos.

La provincia gaditana ha servido de plató de cine para películas de James Bond (Muere otro día) o sobre el tráfico de drogas (El niño), pero pocas o ninguna película de miedo, a pesar de que algunos parajes, a la hora adecuada del día y con la suficiente sugestión, puedan causar verdadero terror.

Estos son algunos ejemplos de lugares que bien podrían acoger el rodaje de uno de estos filmes.

Vendimia nocturna en Jerez. Vendimia nocturna en Jerez.

Vendimia nocturna en Jerez. / Miguel Ángel González

1. Una vendimia nocturna en Jerez

En mitad de una viña, de noche, lejos de cualquier núcleo de población, las máquinas que recolectan la uva, con sus ruidos y, especialmente, con sus luces, podrían anunciar la llegada de cualquier extraterrestre. Quizá debamos prepararnos para una invasión alienígena como en Señales.

Imagen del Parque de Los Toruños. Imagen del Parque de Los Toruños.

Imagen del Parque de Los Toruños.

2. Los Toruños

Tal vez no genere miedo, pero sí angustia, desconcierto. Un paisaje que visto desde el aire podría crear un ambiente muy parecido al que logró Alberto Rodríguez en La isla mínima.

El puerto de Las Palomas, nevado. El puerto de Las Palomas, nevado.

El puerto de Las Palomas, nevado. / Ramón Aguilar

3. El puerto de Las Palomas

Invierno, nieve, carretera cortada y sin poder bajar de la montaña. Si la situación se mantiene durante muchos días, bien podríamos encontrar un refugio y llegar a perder la cabeza como Jack Nicholson en El resplandor.

Entrada a un búnker, en La Línea. Entrada a un búnker, en La Línea.

Entrada a un búnker, en La Línea. / Erasmo Fenoy

4. Búnker en La Línea

Bien podría ser el escondite de los afectados por pruebas nucleares del malvado gobierno de EEUU. La energía atómica habría dado lugar a seres deformes que aprovechan estos búnkeres para pasar el día y que esperan a la noche para llevar a cabo repugnantes baños de sangre como en Las colinas tienen ojos.

Cripta bajo el monasterio de Regla. Cripta bajo el monasterio de Regla.

Cripta bajo el monasterio de Regla. / Antonio Ramos

5. Cripta bajo el Monasterio de Regla

No es el sótano de una casa pero Wes Craven ya se encargó de que no bajáramos nunca a lugares oscuros con tranquilidad. Sólo faltarían algunos extras vestidos de zombis sin haber recibido nunca la luz del sol para que se convierta en un auténtico Sótano del miedo.

Claustro del Monasterio de La Victoria. Claustro del Monasterio de La Victoria.

Claustro del Monasterio de La Victoria. / Fito Carreto

6. Claustro del Monasterio de La Victoria

Quizás no lo provoque el edificio en sí, pero el ambiente, la soledad (si encontramos un monasterio abandonado, mejor), el silencio, la luz y la suficiente sugestión podría llevarnos a una cierta inquietud. Si a ello le sumamos una entidad maligna que adquiere la forma de una monja (La monja) para atemorizarnos, podremos garantizar el toque de terror gótico para nuestra película.

Vista General del Castillo de Arcos. Vista General del Castillo de Arcos.

Vista General del Castillo de Arcos. / Ramón Aguilar

7. Castillo de Arcos

Los castillos son lugares recurrentes para películas de terror. De noche, pueden influir en las mentes más sanas nada más atravesar sus puertas, sin necesidad de mucho más. Si incluimos monstruos, cuerpos mutilados y una familia que sorprendentemente ha decidido pasar allí unos días de descanso, ya tendremos todos los ingredientes para un Castle Freak sin salir de la provincia.

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