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El maestro entre dos aguas

  • Con la muerte de Paco de Lucía no sólo desaparece un referente del flamenco, sino de la música mundial.

Paco de Lucía no sólo era un referente para el flamenco en España, era una leyenda de la música mundial desde mucho antes de su muerte en México. Compositor y maestro de la guitarra, renovó el flamenco, impregnó de sentimiento especial piezas clásicas y otorgó al jazz un color del que carecía. Junto al cantaor Camarón de la Isla, en los 10 años que van de  1969 a 1979, volvió el flamenco casi del revés, con armonías y ritmos distintos. Juntos atraparon a un público más allá del tradicional de los tablaos, un público heterogéneo que llenaba pabellones para escucharlos. 

Sus dedos interpretaron como nadie las piezas clásicas de Manuel de Falla y El concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. Hizo algo explosivo de la combinación del flamenco con el jazz, muy especialmente junto a John McLaughlin y Al Di Meola. Una experiencia musical con mayúsculas que dejó un legado entre el que se  encuentra el disco Friday Night In San Francisco, una grabación en directo del concierto de los tres en 1981 que ha quedado para los expertos como una de las grandes obras maestras del género. "Los conciertos se los lleva el viento, las grabaciones quedan", dijo él alguna vez en los últimos años, en los que quiso dedicarse más a grabar que a viajar en giras casi interminables. 

Mal que les pesara a algunos puristas del flamenco, no dudó tampoco en entrar con su guitarra en la bossa nova, el blues y hasta  la salsa cuando consideró que debía hacerlo. Tocara lo que tocara, sus dedos flotaban sobre las cuerdas y hacían parecer fácil lo difícil, a fuerza de una gran técnica pero también de una gran intuición que aportaba siempre sentimiento. 

Unos dedos que en 1976, poco después del final de la dictadura de Franco, pisotearon los miembros de un grupo de ultraderecha que sorprendió al músico en la Gran Vía madrileña. Pocos días antes, al ser preguntado en televisión por cuál de las dos manos era más importante para tocar, dijo: "La izquierda es la que busca, la inteligente, y la derecha, la que ejecuta". 

En 2010 se convirtió en el primer español en ser investido doctor honoris causa por la prestigiosa universidad estadounidense Berklee College of Music, una de las mecas de la música. El centro de Boston reconocía que "su música y su visión artística han influido a varias generaciones de músicos y han contribuido a difundir el flamenco entre un público internacional",  y metía al guitarrista español en un Olimpo en el que ya estaban músicos como Aretha Franklin, Duke Ellington o B.B. King. 

Autor de más de 200 obras musicales, otros reconocimientos con los que contaba son el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, el Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España. 

Uno de los últimos conciertos que dio en España fue en ese ámbito del jazz, en el que De Lucía y su guitarra ponían siempre en pie al público. El pasado julio, en Vitoria, protagonizó junto al pianista  estadounidense Chick Corea un concierto magistral que cerró el Festival Internacional de Jazz de la capital vasca. Uno de los  finales más impactantes que recuerdan los asiduos a la cita. Juntos interpretaron Entre dos aguas, la pieza de Paco de Lucía reconocible incluso por los ajenos al flamenco, la rumba con la que en 1973 saltó a las listas de éxitos más comerciales y al estrellato internacional, la composición que todo el mundo esperaba escuchar en sus actuaciones y que él siempre sacaba de las cuerdas de su guitarra. "Ponían esa rumba en las discotecas. Fue demasiado para lo que tenía previsto que iba a ser mi vida", llegó a decir muchos años después sobre una composición que incluyó casi de casualidad en un elepé que necesitaba de algunos minutos más para llenar una cara. 

Paco de Lucía nació como Francisco Sánchez Gómez el 21 de  diciembre de 1947 en la localidad gaditana de Algeciras, en una familia humilde. Desde niño fue estudioso y  perseverante. Y no paró hasta hacer realidad su sueño: ser un gran guitarrista flamenco. Lo logró y luego llegó a más. Su muerte pone fin a una era en el flamenco y en la música mundial.

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