Cultura

La gran lección de historia escultórica

A Sylvain Marc no se le descubre, a estas alturas, su categoría de gran escultor. Lleva mucho tiempo dictando lecciones de buen hacer escultórico y generando intensidad creativa desde una obra poderosa donde las tradicionales funciones de la plástica tridimensional se ponen en evidencia y transcriben los poderosos registros de una escultura que él sigue haciendo grande y dotándola del mayor sentido artístico.

Me parece muy acertada la inclusión de Sylvain Marc en el proyecto expositivo de la Sala Rivadavia, uno de los programas con más juicio que existen en la zona. El artista linense nacido en Commercy (Francia) es un autor muy significativo y a tener en cuenta en todo nuestro sistema artístico. Su escultura pasa - y es así - por una de las más serias y rigurosas, portadora de unos valores plásticos y estéticos indiscutibles donde subyacen los más determinantes postulados de una escultura trabajada en fondo y forma para que deje testimonio de su poderoso patrimonio creativo. Por las salas del consulado de Argentina se puede contemplar la solidez escultórica de un autor sabio, trabajador incansable de la materia y manipulador de una forma plástica de muy dispar naturaleza, a la que le extrae su máximo poder y le otorga trascendencia creativa.

Los materiales, variados y de diferente potencialidad plástica, son sometidos a un particular tratamiento para extraerles su mayor funcionalidad estructural, aquella que desentraña los esquemas de una escultura que aporta la gran realidad de la gran plástica de siempre. El artista no deja absolutamente nada al azar; recurre a los elementos conformantes que en cada momento le interesan para adentrarse por toda una aventura abstracta en la que todo queda supeditado a las marcas esenciales de la forma, reduciéndolo todo a un bello y atractivo proceso constitutivo que nos hace transitar por los meros espacios de una escultura sin concreciones, de gran pureza formal y de inquietante belleza plástica.

Hoy, cuando la escultura ha perdido mucho interés, cuando su práctica está poco extendida por culpa de algunas circunstancias, cercanas o remotas a la propia realidad artística, cuando el ejercicio plástico se ajusta a nuevos intereses - algunos menos comprometidos con la intensidad que produce y exige el proceso escultórico y, también, por las carestía del propio entramado material, al que no todos pueden llegar - Sylvain Marc sigue con la intencionalidad y el entusiasmo intactos para continuar ejerciendo la función esclarecedora del escultor escultor. En su obra observamos cómo el volumen da sentido a la forma patrocinando una evocadora sugerencia y cómo una medida sintaxis estructural constituye un organigrama plástico que da carácter a un ejercicio escultórico sin resquicio alguno. La obra de este artista atrae por su perfección formal, por su belleza material y por su abierta emotividad donde los recónditos argumentos del alma se dejan envolver de satisfactoria emoción plástica. Con las piezas, tanto individuales como las que conforman una instalación, nos trasladamos a los bellos espacios donde se cuecen las emociones y las sensaciones más vivas y que nos hacen volver a creer en la gran escultura de siempre. Y, todo porque la obra de Sylvain es una afortunada lección de historia escultórica.

Sala Rivadavia Cádiz

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