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Cultura

El creador de un tiempo nuevo

  • El Lissitzky ocupa un capítulo importante en el arte de vanguardia

La obra de arte, desde la historia de los tiempos, ha sido consustancial con el momento en el que fue realizada. Puede, no obstante, que esta aseveración tenga, en la actualidad, un menor grado de efectividad, quizás, por el proceloso deambular de la propia existencia y por los apasionantes desarrollos y desenlaces que conlleva la actual realidad ciudadana. Por eso, la obra del artista ruso Eliezer Markóvich Lissitzky (1890 - 1941) es producto y tiene mucho que ver con los convulsos y determinantes momentos en la que fue concebida y llevada a la práctica. Había nacido en el seno de una familia judía, habiendo tenido una amplia formación que le posibilitó, primeramente, estudiar arquitectura y, al mismo tiempo, dedicarse con pasión a la pintura, al diseño y a la fotografía. Tras la Revolución de Octubre de 1917, participó activamente en los planteamientos culturales auspiciados por el régimen comunista, siendo, junto con Kazimir Malevich uno de los padres del suprematismo y del constructivismo. Pero, El Lissitzky tenía una idea más abierta de lo artístico de la que pudieran tener sus compañeros de compromisos políticos y supo relacionarse con los movimientos de vanguardia que se postulaban en aquella Europa de entreguerras, donde el grupo holandés De Stijl y las enseñanzas desprendidas, en Alemania, por los artistas de la Bauhaus, marcaban muchas rutas a seguir. Por eso, la obra del artista ruso está absolutamente vinculada a la realidad histórica que le tocó vivir, con la más inmediata, como miembro de un partido con tan apabullante determinación y, con la de mayor internacionalidad, como sabio admirador de lo importante que se hacía en otras partes del mundo, siempre influenciado por los acontecimientos existenciales que, en cada lugar, sucedía.

El Lissitzky ocupa un capítulo muy importante en los manuales del arte de vanguardia. Su especial naturaleza artística, el conocimiento prácticamente teórico de sus obras y las dificultades de presentación de las mismas, hacen que exposiciones de sus obras sean bastante complejas y todo un acontecimiento cultural cuando éstas se llevan a cabo. Por eso, de nuevo, nos encontramos con una muestra temporal importantísima que viene a constatar aquello que, ya hemos manifestado en numerosas ocasiones, de que la principal característica del museo que se alberga en el palacio de Bellavista de Málaga y que, tan acertadamente, dirige Pepe Lebrero es la extraordinaria programación de exposiciones temporales. Una exposición difícil, cuya puesta en escena lleva consigo exigentes planteamientos museográficos y que, una vez más, han sido solventados con muchas suficiencia gracias a la profesionalidad manifiesta del portuense Grupo 956, ese excelente conjunto de buenos hacedores que capitanea Quique Atalaya. La muestra está comisariada por Oliva María Rubio, directora de la Fábrica de Barcelona, esa institución catalana con tanto dinamismo en torno a lo artístico. En ella se nos descubre las muchísimas circunstancias que acontecen en el trabajo de este creador, prototipo auténtico de lo que supone artista de vanguardia.

En el recorrido por la muestra nos encontramos obras del artista como arquitecto, piezas que él denominó 'Proun' y que llevaban implícito ese espíritu por lo nuevo que caracterizó el ideario artístico y estético de El Lissitzky; en ellas se yuxtaponen lo arquitectónico y lo pictórico y desentrañan espacios creativos de gran racionalidad y donde lo geométrico describe situaciones que generan estructuras entre lo axiométrico y lo bi y tridimensional. En este sentido, en una de las salas del museo se ha construido una reproducción del Prounenraum, la famosa obra que el autor ruso crea para la Exposición de Arte de Berlín de 1923 y donde se condensa todo su compromiso creativo en torno a un arte total en el que se adivinan esas utópicas circunstancias de las vanguardias por las cuales la vida y el arte deberían ser una "experiencia de la totalidad". Muy importante en el contexto general de la obra de El Lissitzky fue su faceta fotográfica, tendencia artística a la que sometió a muchos procesos innovadores. Algo que, asimismo, realizó en el mundo de la tipografía, estando considerado como uno de los precursores de la tipografía moderna. Su obra en este aspecto sirvió como elemento propagandístico de las ideas comunistas y de una imagen, altamente idealista, de esa Unión Soviética que quería, cuando menos, sorprender al mundo.

Estamos, pues, ante una exposición sumamente esclarecedora, que permite un conocimiento bastante profundo de la obra de uno de los más significativos artistas de vanguardia y que, al mismo tiempo, nos adentra en el espíritu de aquellas vanguardias, con su ideas revolucionarias, con sus manifiestos a favor de un arte nuevo, rompedor con lo establecido y que intentaba abrir horizontes a una realidad cultural a la que se consideraba absolutamente necesaria.

De nuevo, el Museo Picasso de Málaga atrapa con una muestra significativa en la que se nos hace presente la atractiva historia de un tiempo que se ofrecía con muchos nuevos argumentos.

Museo Picasso MÁLAGA

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