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Cultura

Los clásicos postulados de una pintura sin edad

  • José Dodero es un pintor clásico, con ese clasicismo que es soporte plástico indispensable para afrontar cualquier situación

  • El artista gaditano expone estos días en la Sala Rivadavia

Los amables lectores que siguen los escritos de quien esto les escribe saben que he planteado en varias ocasiones que el gran acierto de cualquier programación artística es que posibilite una oferta amplia y variada, con todos los buenos planteamientos artísticos que existen en el segmento de la creación. Sólo hace falta que todo esté sustentado por una trascendencia artística que no ponga en duda aquello que se muestre. Las salas del que es Consulado de Argentina en Cádiz y que son dependencias expositivas de la Diputación Provincial llevan años ofreciendo un programa lleno de interés, solvencia y amplitud de horizontes artísticos gracias a la sapiencia y criterio de Eduardo Rodríguez. Los visitantes a Rivadavia saben de la diversidad de los registros expositivos que allí tienen lugar, de los altísimos planteamientos artísticos que animan las exposiciones y de la mucha calidad de las mismas.

En esa esclarecedora dinámica de positividad se presenta esta exposición del joven pintor gaditano José Dodero, un artista que maneja con acertadísima trascendencia artística los elementos de la figuración; haciendo uso de unas posturas simbolistas muy bien construidas en sus formas y perfectamente sustentadas en su realidad conceptual.

José Dodero es un pintor clásico, con ese clasicismo que es soporte plástico indispensable para afrontar cualquier situación. El pintor gaditano es consciente de ello y lo asume en una pintura poderosa, sabia y consciente. Una pintura que encierra las circunstancias creativas de la gran pintura, esa que se adereza con los adecuados recursos formales para que todo quede suscrito en una ambientación llena de entusiasmo representativo, ampliando los horizontes de la realidad para que éstos patrocinen circunstancias estéticas comprometidas con una realidad metafórica que hace transitar por escenarios donde lo real desentraña posiciones mediatas que ofertan bellas posiciones representativas.

La exposición que se nos ofrece en la Sala Rivadavia nos sitúa ante una buena pintura salida de los infinitos recursos plásticos y estéticos de un, también, muy buen pintor. Lo primero que el espectador se encuentra es con una pintura adscrita a la figuración y con un amplio sentido historicista, ese que recrea buenos argumentos de aquella pintura llena de esencia y carácter que entronca con un arte sin tiempo ni edad. Escenas que transitan por una realidad metamorfoseada, por espacios presentidos extraídos de un estamento que deja entrever personajes de una religiosidad absolutamente humanizada, de relatos fantasiosos llenos, no obstante, de una aplastante cercanía o, también, de registros reales aderezados con una bella pátina de suma mediatez.

La pintura de José Dodero transcurre por una realidad muy bien transmitida, ejecutada desde los esquemas de una historia artística que bien conoce y de la que se sirve para generar muy buenos asuntos de una plástica que convence y que hace presenciar los argumentos de un pintor sabiamente transmisor de una pintura que él hace trascender sin complejos y de una manera justa y llena de sentido.

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