El cantaor que quiso ser torero
Los pies desnudos se amoldan a la escalerilla del puente Zuazo con la comodidad de los zapatos preferidos. Mataor y El Lunar tienen la costumbre de descalzarse y de soñar en este rincón de San Fernando. En el Sur es época de hambre (siempre es época de hambre) y los niños quieren ser toreros. Mataor y El Lunar, no se sabe quién de los dos le puso antes el mote al otro, mote que se queda como un pacto entre los dos. Son amigos ahora, en esta imagen rescatada de la memoria, y fueron amigos hasta el final. Hasta el final de Mataor.
Mataor canta como los ángeles y se arrima a una fiesta que Álvaro Domecq da para la hija de Fraga Iribarne que ha sido nombrada Reina de las Fiestas Típicas Gaditanas. Y canta tan bien Mataor que Álvaro le insta a que entone por fandangos para el ministro. Y canta tan bien Mataor que le invitan a comer pero Mataor no quiere ir si no van sus amigos. Y canta tan bien Mataor que Domecq le ofrece una vaquilla para torearla. Y él que se muere por ser torero, le cede la oportunidad a un amigo novillero que espera torear en La Isla semanas después... Pero a Mataor le dan la última vaquilla y un señor de Medina le haría una fotografía que Lunar recuperaría para él muchos, muchos años después, cuando Maador triunfaba con Yo soy gitano. Y Mataor cogería unas cañas y con ellas fabricaría él mismo un marco para esa imagen tan querida que hoy, en una copia, podemos disfrutar en la peña La Montera, junto a la Fragua. “Ése era el carácter de José, así de señor era desde los 13 años, así de generoso...”, El Lunar no olvida.
Mataor tampoco olvidaba. Por eso, otro mediodía en la escalerilla del puente Zuazo, un día de esos de marea llena que baña los pies, dice sí a la petición de Lunar que le quiere hacer una peña con la ayuda de Curro El Carnicero. Accede por ese favor del día antes. Tiene que ir a la tele con La Chispa y se le ha partido un diente. El Lunar hace las gestiones con el protésico con el que trabaja. Y Mataor luce sonrisa en ‘la nuestra’, con Carmen Abenza
El Lunar no está en la escalerilla del Puente Zuazo y Mataor no está, no está en ningún sitio salvo en el recuerdo y en el corazón de miles de personas (un buen lugar para vivir eternamente). El Lunar no sueña ya con ser torero. Es protésico dental. Mataor fue uno de los cantaores más grandes de todos los tiempos, también con un sobrenombre. Con el sobrenombre que realmente le colgaron desde pequeño, Camarón. Mataor sólo era la forma cariñosa con la que El Lunar, Manuel Luque, lo llamaba mitad en guasa y entero de cariño.
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