Wendy no volvió a casa
Ana María Matute completa con 'Paraíso inhabitado', un alegato a la sensibilidad y la ternura, su ciclo de defensa y homenaje a los mundos fantásticos
En alguna ocasión, ha declarado creer estar pagando, a nivel de prestigio, el precio por su querencia hacia lo fantástico. Ana María Matute (Barcelona, 1926) ha sido una fiel embajadora de lo mágico. Se ha confesado, en todo momento, deudora de lo maravilloso, y de ello son prueba tanto sus incursiones en la literatura infantil como sus últimas aportaciones narrativas: Olvidado Rey Gudú, Aranmanoth y Paraíso inhabitado, la novela que viene a completar este ciclo. Un título que, al contrario que los pasados, no se sitúa en los espacios fantásticos de los otros, pero que sí refleja, con delicado cariño, los intersticios por los que se cuela lo imposible en la realidad.
Resulta difícil no pensar en Matute como en Adri, la solitaria y resiliente protagonista de esta historia. Tantas similitudes es posible figurar entre ambas que incluso la anécdota clave, la que nos distingue a la niña como personaje, la vivió la propia escritora en su infancia -anécdota que ilustró su discurso de ingreso en la RAE-: un día, encerrada en el cuarto oscuro, partió en dos un terrón de azúcar y vio salir de él una chispita azul. En él, Matute manifestaba su declaración de intenciones, que tan bien ejemplifica en esta obra: el ser capaces de aventurarnos "en esos otros mundos que hay en éste".
Así, la historia que se plantea en Paraíso inhabitado es una historia de resquicios: aquellas fallas por las que se cuelan la ternura, lo imposible, la magia. Y es, también, una historia de concepciones, de visiones enfrentadas del mundo: entre los que saben mirar con el rabillo del ojo y los que se empeñan en no hacerlo.
Paraíso inhabitado tiene espíritu de oda a lo perdido. Subraya la fragilidad de las magias, de la evasión y los refugios en una realidad que se empeña en arañar todos los cristales. El temor cierto de que a toda Wendy le llega su hora. Excepto -qué gran consuelo- a la Matute.
No hay comentarios