El Puma de Gerena conquista la Maestranza
Daniel Luque desoreja a su primer buen toro en una excelente faena y roza la Puerta del Príncipe · Ferrera corta una oreja y Talavante se marcha de vacío
GANADERÍA: Corrida de Alcurrucén-Lozano Hermanos, bien presentada y de juego desigual. Destacaron muy positivamente en los engaños tercero y cuarto. TOREROS: Antonio Ferrera, de grana y oro. Dos pinchazos, media y estocada (saludos tras aviso). En el cuarto, estocada (oreja). Alejandro Talavante, de azul y oro. Estocada y descabello (saludos). En el quinto, pinchazo, estocada que asoma y 9 descabellos (silencio tras aviso). Daniel Luque, de canela y oro, con remates negros. Estocada (dos orejas). En el sexto, estocada y dos descabellos (saludos). INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Domingo 27 de septiembre de 2009. Segundo y última de San Miguel. Tres cuartos de entrada en una tarde de agradable temperatura. Actuación completa de Curro Robles, en la brega al tercero y con las banderillas en el sexto, arriesgando mucho en un par de arrojo.
Tiene hambre de depredador insaciable, que busca un puesto privilegiado en el reino del toreo. Listeza y viveza que se corresponden con sus ojos felinos y agresivos ante el toro. Y hasta gatos en la barriga, esa expresión con la que antaño designaban a los toreros que poseían una raza especial para no dejarse amilanar por nada ni por nadie. Es Daniel Luque, al que ayer en la Capilla Sixtina de la Maestranza, con fieles de todo tipo y la Giralda de testigo, se le bautiza como El Puma de Gerena, en el nombre del padre del toreo (Cúchares)... en el nombre de uno de sus hijos predilectos (Ojeda) -ahora director artístico suyo-... y del espíritu santo guerrero, que corre por sus venas. Amén.
Este Puma, este jovencísimo felino del toreo, que cuenta tan sólo 19 años, atrapó a su primera presa, tierna y noble tras su muleta, y la despedazó con un toreo soberbio, acrisalado en el valor y la ligazón. Un toreo de fuego y raza que estalló en el dorado albero maestrante y prendió en varias llamaradas gigantescas de emociones, que ascendían devorando los tendidos, donde las palmas echaban humo. Y luego, cuando su segunda presa huyó y evitó la pelea, el Puma corrió tras ella para engullirla, ofreciendo sus muslos, jugándose el pellejo.
Buen toro en la muleta ese Barberito, colorao, que saltó en tercer lugar. El Puma de Gerena se rompió con él desde el comienzo, ganándole terreno hasta el platillo, desgarrando a su presa con verónicas de compás abierto, dominadoras y vibrantes, que fueron coreadas de inmediato. El torero solicitó el cambio de tercio tras un puyacete. Tenía tanta hambre de triunfo nuestro felino, que pidió dejar crudo al toro. Tras una brega excelente de Curro Robles, que también corrió derechito al astado de Alcurrucén a una mano, Raúl Caricol se lució en banderillas. No hubo tiempos muertos. Nada de modorra ni de paseos baldíos. Muleta en la mano y allá que el Puma se planta delante del toro, le cita y aguanta a escasos centímetros el viaje de dos cuchillos que rozaron en alguna ocasión su alamares en cuatro estatuarios de escalofrío, rematados con dos fenomenales pases del desprecio y una trincherilla. Todo envuelto en un zarpazo, en una apertura definitiva para hacerse con su oponente. Luego, con la diestra, tiró muy bien del toro. Y por el lado izquierdo continuó devorando a dentelladas una faena con tres naturales inmensos. Un kikirikí gallista fue para grabarlo en un cartel de toros. Más tarde, muy encajado y ambicioso, metiendo los riñones, continuó masticando un toreo dominador, muy ovacionado por un público entregado, entregadísimo. Sin la ayuda, en las rayas, y con el toro totalmente sometido y rajado, Daniel Luque continuó luciéndose en una obra que continuó con tres cambios de mano por la espalda en una loseta -zarpazos con aires ojedistas-. El Puma se tiró como un león y enterró la espada. Paseó dos orejas entre el clamor de la parroquia, enloquecida.
Cuando todo el mundo vislumbraba la Puerta del Príncipe, saltó el castaño sexto, un mansísimo que aguó la fiesta grande. Costó una eternidad picarlo, entre las protestas de un público ayuno de conocimientos, que pedía a gritos a la presidenta Ana Isabel Moreno -muy bien y en su sitio- que devolviera un toro sin defecto alguno. El animal, que se frenaba en el capote, se defendió con hachazos y tornillazos en la muleta, entre tanto era atacado por el felino de Gerena en los medios, que robó algunos pases y demostró que su apetito continuaba insaciable, pese a las dos orejas conseguidas de su primer oponente.
El veterano Antonio Ferrera consiguió un trofeo de su segundo astado, que embestía con derechura por el pitón derecho. Ferrera, que banderilleó a su lote con su habitual espectacularidad, consiguió un par de tandas con la diestra meritorias, con algunos muletazos de buen trazo. Al que abría plaza le costaba meter la cara, pero lo hacía bien por el pitón derecho, cuando le llevaba empapado el torero, quien no llegó a cogerle el aire totalmente.
Alejandro Talavante dejó escasa huella en su actuación, si bien hay que destacar que pechó con el peor lote. Ante su primero, que topaba y no se entregaba, estuvo dispuesto, asustando en la apertura de la faena con unos estatuarios escalofriantes. Consiguió una serie con ligazón con la derecha. Fue una labor correcta con un toro que no llegó a romper. Ante el mansísimo quinto, que no tenía un pase, se esforzó y dio un mítin con los aceros.
La tarde tuvo un nombre: Daniel Luque, El Puma de Gerena, que rugió e hizo rugir, como pocas veces, a una Maestranza totalmente rendida.
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