Cultura

Joselito Nondedeu, el último de la estirpe taurina de los Rebujina

  • Hizo capeas y tapias en los tentaderos de aficionado con Camarón y Rancapino y se presentó en la plaza de Cádiz en 1963, retirándose por una cornada campera

José Nondedeu se niega a ser el último torero de la dinastía de los Rebujina, familia torera que se inició en Cádiz en 1840: "Ni por el bien de mi familia ni por la historia taurina de Cádiz quiero ser el último Rebujina. Ahí está mi nieto de dos añitos que quien sabe. De momento le he puesto de Reyes su capote y su muletita".

El último de más de dos siglos de toreo con matadores como El Poncho o Francisco Jiménez Ortega "Rebujina", bienhechor del barrio de Santa María hasta el punto de que pagó la procesión del Nazareno, cuando le faltó dinero a la hermandad en los primeros años del siglo XX.

"En mi familia estaban de toreros mis primos José Rebujina, novillero y gran estoqueador y sus hermanos Pacorro y Tomás. Mi padre fue picador con José Jiménez Nondedeu Rebujina, novillero que murió en Venezuela y Pacorrito, el hijo de Pacorro, también fue torero" y excelente persona podemos añadir.

Los Jiménez y Nondedeu son del mismo tronco de Aurelio Sellé y Enrique el Mellizo, y se tocan con los Ortega y los Trayeta, estirpes flamencas y taurinas del barrio de Santa María "nosotros somos todos de la calle Sopranis" se enorgullece Joselito, que hoy trabaja en la Viña, en su bar "El Albero" esquina San Félix y la Palma y tuvo como padrino de boda nada menos que al Beni de Cádiz.

"En mi casa de niño no había para juguetes y jugaba con muletas y capotes y se hablaba de cante y de toros. Entrenábamos en la playa de Santa María del Mar y en diciembre me iba a Madrid en el tren del pescado, y de allí a Salamanca, a los tentaderos".

José tuvo el matadero como escuela: "Todas las noches íbamos a torear cuando se acostaba el conserje y apagaba la luz. Las corraletas eran resbalosas, pero nunca nos pasó nada, así todas las noches y muchos años. También venían toreros de San Fernando como Antonio Ortega el Cana, pero nos peleábamos con ellos para que no nos quitaran el sitio".

Además de los tentaderos en el campo charro, las capeas con vacas cornalonas por aquellos andurriales: "aprendíamos por intuición, porque yo de niño, cuando no podía ni con el capote, veía entrenar a mi primo Pacorrito, a los Villodres, a Irigoyen. Luego le hacía esas cosas a las vacas, en las capeas de Fuentes de San Esteban o de Vitigudino".

Un día, entrenaba en la plaza de toros de Cádiz y llegó un niño rubio de unos diez años: "vino dos o tres días hasta que le pregunté y me dijo que era de San Fernando y que se buscaba la vida. Era Camarón. Desde entonces no nos separamos hasta que murió. Acudíamos a los tentaderos en los Alburejos o Valcargado; nos llevaba Paco Bertoldo, que tenía una furgoneta. Camarón y Rancapino no paraban de hablar en el coche: que si me voy a tirar y hacerle un estatuario, que si le voy a hacer no sé qué a la becerra. Luego era yo el único que saltaba a las vacas".

Joselito Nondedeu por fin debutó en Cádiz en 1963, con Joselito Marín y Cornejo: "en mi cuadrilla nada menos que Chano Rodríguez y mis primos Francisco Jiménez Nondedeu Pacorro y su hijo Pacorrito. Tengo unos recuerdos muy bonitos ya que cuajé mis novillos con el capote y la muleta pero falle al matar. El fuerte de los Rebujina fue mi talón de Aquiles: la espada".

Toda la ilusión terminó con una cornada en el campo que le partió la femoral en la finca de Pérez Pacheco toreando una vaca en puntas: "me quitó de ser profesional pero no de torear. Yo pongo un mantel en una mesa y lo pongo como un torero, no como un camarero y todos los días toreo con la toalla. Lo llevamos en la masa de la sangre".

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