"Haití ya no es noticia, pero la tragedia no desaparece al irse los periodistas"
Mercedes Gallego. Reportera
La corresponsal gaditana cuenta hoy en la APC su experiencia en el salvaje terremoto que devastó un país entero y conectará con Puerto Príncipe para hablar con el responsable del Programa Mundial de Alimentos
Mercedes Gallego (Jerez, 1970) vive en el East Village de Nueva York, algo lejos del metro, pero en el centro del mundo. Corresponsal de El Correo desde hace once años, Gallego es una trotamundos. No es extraño cuando uno la recuerda en el verano del 94 compartiendo una cerveza -y dos, y tres- en el café Arenal de Jerez y madurando como quien no quiere la cosa: "Creo me iré un tiempo a México". Y de México se fue a Guatemala y luego vio la devastación del Mitch... "Estar en Nueva York significa que te mandan a todas partes". Y 'todas partes' significa las Torres Gemelas, la guerra de Iraq, el Katrina o el terremoto de Haití, que tanto nos conmovió y hoy hemos olvidado. Gallego, que es finita y de apariencia frágil, se ha hecho en estos años una periodista grande, muy grande. Y dura, muy dura. Acumula premios, es coautora del documental El enemigo en casa: violaciones en el Ejército, y ha contado sus experiencias como la única periodista española 'empotrada' en tropas americanas en Iraq en su excelente libro Más allá de la batalla. Hoy estará en la APC, presentada por Jorge Bezares, para hablar del periodismo ante la tragedia. Será a las 20 horas y Gallego conectará en directo con Haití para hablar con uno de los responsables del Programa Mundial de Alimentos.
-Usted es veterana. Cuando fue a Haití tendría un callo en la mirada.
-Una nunca se ha ce veterana en esto. La diferencia entre quien escribe en un periódico y el que lo lee es que el que lo lee cierra el periódico y regresa a sus cosas. Lo entiendo. A l que escribe la historia se le ha quedado clavada, te la llevas clavada siempre. Forma parte de tu biografía. Sin quererlo, la información es entretenimiento, aunque sea un entretenimiento doloroso y existe una actitud parecida a las tendencias de la moda. Y así nos encontramos con que Haití ya no es noticia, aunque la tragedia continúe.
-¿Y cuál es la noticia en Haití?
-La temporada de lluvias y huracanes, que más de un millónde personas, ¡un millón!, viven en campamentos con cuatro toldos, que un aguacero pequeño supone un lodazal, y allí los aguaceros no suelen ser pequeños. Que hay gente asentada en quebradas que puede morir ahogada por los deslizamientos de tierra... No sucede como en los periódicos, que cuando los cierras, todo desaparece. Haití sigue ahí.
-También informó de la devastación del Katrina. ¿Qué imagen se llevó clavada?
-Se me quedó clavada una pregunta: ¿cómo pudieron abandonar de ese modo a una ciudad como Nueva Orleans? Si en cinco años no la han reconstruido, figúrese lo que se tardará en Haití.
-Pero los turistas han vuelto a Nueva Orleans.
-Por supuesto, los sitios a los que van los turistas están intactos. Otros barrios son selvas con cuatro calles, barrios arrasados donde ha crecido la vegetación. Cien mil negros se fueron y no han vuelto. Tiraron las casas en las que vivían. ¿Katrina? Perplejidad. Recuerdo pandilleros, recuerdo a la policía disparando a quemarropa...
-Usted narró sus experiencias en la guerra de Iraq en el libro Más allá de la batalla. Cuénteme: ¿qué hay detrás de la batalla?
-Sudor y lágrimas, qué va a haber. De fondo, siempre permanente, el sufrimiento del pueblo iraquí. Y he visto a un pedazo de marine desmoronarse al oír la voz de su novia.
-Para los españoles, los soldados americanos son unos paletos disparando a troche y moche.
-Hay soldados que se sienten como dentro de un videojuego, pero la mayoría hace ese trabajo como un trabajo más. La guerra es una salida para subsistir. He conocido madres alistadas para poder pagar el colegio y el médico de sus hijos. Una historia: una mujer divorciada con cuatro hijos, su marido no le pasa la pensión y, si sus niños se ponen malos, tiembla porque no tiene para lo mínimo. En Estados Unidos es caro hasta un antiinflamatorio. ¿Qué hace? Se va a la guerra. No ve a sus hijos, pero sabe que van al colegio y al médico.
-Hábleme del miedo.
-El miedo en la guerra se traduce en gatillo fácil. Lo más dramático de la guerra es que el miedo lo justifica todo. Una impresión equivocada se cobra inocentes.
-¿Su relación con los soldados?
-Era difícil. Ellos estaban adiestrados para no pensar y nosotros para saltarnos las reglas, pero también nos tomaban como notarios de lo que estaban pasando.
-Usted estuvo en la raíz, en el atentado a las Torres Gemelas. ¿Qué pasó en esa nación entre ese hecho y una guerra 'ilegal' en Iraq?
-Las torres fueron una excusa para que los halcones se quitaran la espina que tenían clavada en la primera guerra de Iraq. Yo considero que la guerra de Iraq es una gran traición a las víctimas del 11-S. Utilizaron esas víctimas como excusa.
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