XXXIV Festival Iberoamericano de Teatro FIT

Pepe Bablé: “Soy consciente de que se cierra una etapa muy importante de mi vida”

  • Tras 27 años al frente del Festival Iberoamericano de Teatro, Bablé se enfrenta a su última edición del FIT

  • El director repasa algunos de los momentos divertidos, y no tanto, de la cita

El director del FIT, Pepe Bablé.

El director del FIT, Pepe Bablé. / Julio González

Durante 27 años decir FIT ha sido decir Pepe Bablé pero el director del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz dirá adiós a esta labor que ha llevado con orgullo y talento al finalizar la presente edición de la cita. Pepe Bablé se jubila pero se quedará “cerquita”, como le recordó la concejala de Cultura en la presentación del evento, donde aseguró que seguirá contando con el asesoramiento de este buen hombre de teatro.

–Este FIT es un tanto especial para usted. Su último FIT. ¿Cómo lo lleva?

–Pues bien, con tranquilidad, con sensaciones muy personales y abrumado por las cosas que me está diciendo la gente al enterarse. Soy consciente de que se cierra una etapa muy importante de mi vida pero que también se abre otra con nuevos retos. Entro en edad de jubilación pero con ganas de seguir en el teatro hasta que mi cuerpo aguante y haciendo cosas que hasta ahora no podía. Y eso me hace sentir expectante, vivo y útil, por lo que estaré al servicio de Festival para lo que necesite.

-¿Tiene sucesor? ¿Alguien que especialmente le gustaría?

–Esa es una decisión que le compete al Patronato del FIT y supongo que lo resolverá lo más pronto posible. Me gustaría que quien me suceda mantenga el interés por el desarrollo del teatro iberoamericano y que respete el espíritu y las señas de identidad que han hecho posible que el FIT hoy sea el referente que es. Alguien que cuide lo conseguido y que respete la ilusión y trabajo de tanta gente durante muchos años.

-¿Qué futuro le augura al festival?

–Estamos atravesando tiempos muy difíciles, no solo en Europa sino también en Latinoamérica que es el marco geográfico que nos tiene que preocupar, y cada día es más complicado conseguir ayudas. Ya no estamos solos en el panorama teatral porque son muchas ferias y festivales los que ahora programan espectáculos latinoamericanos. Y, aunque es un éxito achacable al FIT por su apuesta continúa durante tantos años por este teatro, ahora es cuando más se va a echar en falta mejor dotación económica para programar diferentes espectáculos que los demás. Si no es así, el FIT podría llegar a convertirse en un festival subsidiario de otros y perdería el estatus y la importancia que actualmente posee. Así que debe disponer de recursos suficientes para afianzar su posicionamiento estratégico, para defender su carácter congresual y de encuentro profesional, y para apostar por espectáculos significativos, por la exhibición de nuevos lenguajes y por el asentamiento de la dramaturgia contemporánea.

-Sé que esta pregunta es complicada pero, de todos los que ha vivido, ¿con qué edición del FIT se quedaría y por qué?

–Todas han tenido su aquél y sus “momentazos”. Este festival es poliédrico y cada cara y arista tiene una repercusión y una necesidad y, por lo tanto, cada edición da para momentos de toda índole. Pero si me tengo que quedar con alguna, elijo la primera. Fue especial. Fue el momento del descubrimiento de otras realidades, de otras voces, de otros acentos, de otras miradas. Esa edición fue un vaivén de sensaciones. Éramos jóvenes y la ilusión dibujaba una sonrisa continua en nuestras caras. Y rápidamente pudimos comprobar que habíamos creado un festival que era necesario para toda una comunidad hermana como la latinoamericana. Que no nos habíamos equivocado: el FIT había nacido para hacerse perpetuo porque era demandado por todo un continente cultural y artístico.

"Un año tuvimos que suspender un espectáculo porque no encontramos una barra de hielo”

-Venga, y ahora, un año, situación o momento algo más complicado...

–Te voy a contar una situación, diría, inverosímil. En 34 años de FIT, los espectáculos que se han suspendido siempre lo fueron por inclemencias del tiempo; pero hubo uno de México, Tom Pain, que se suspendió porque el único elemento escenográfico que necesitaba no se pudo obtener: una barra de hielo. Sí, parece ridículo pero no. Cuando llegó el momento de la representación, las barras que habíamos conseguido no consolidaban la temperatura necesaria y se derretían, no cuajaban. Y, aunque parezca mentira, no había en España nadie que hiciera una barra de hielo de las dimensiones y características exigidas. Así que nos lo tomamos como una afrenta y emplazamos el mismo espectáculo para la edición siguiente. Así tuvimos por delante un año para resolverlo. Una empresa de Sanlúcar aceptó el reto, la hizo, y pudimos conseguir la dichosa barra de hielo y el espectáculo pudo estrenarse en España.

-¿Cuál es la mayor lección aprendida en estos años?

–Han sido muchos años viajando, conociendo; en definitiva: alimentándome y cosechando vivencias que me han hecho crecer como profesional, como obrero del arte y, principalmente, como persona. Me he granjeado la amistad de muchas personas de las que he aprendido muchísimo a todos los niveles y creo que esto es lo más importante que me llevo de mis años en festival. Si tengo que quedarme con alguna lección es la de saber que todos somos iguales y que tenemos las mismas necesidades, aunque vivamos en lugares y en circunstancias distintas; que la peor de las enfermedades en la sinrazón, y que la mayor desgracia es estar solo y creerte superior a los demás.

–¿Cuál ha sido el mayor obstáculo al que se ha tenido que enfrentar? No sé si los presupuestos en los últimos años...

–Los obstáculos han sido el día a día de mi gestión, sin ellos no sería lo que es este festival, y los ha habido de todos los colores y sabores: económicos, domésticos y de muchos palos en las ruedas. Pero el económico ha sido el principal. Desde 1986 a 1992, el FIT disfrutó de esplendor institucional y de bonanza económica, y cuando asumí con Sanchis Sinisterra la dirección del festival en 1993, lo hicimos en medio de una crisis financiera. En los años posteriores recuperamos el pulso económico pero sin llegar al de la primera época del festival, y en 2008 otra crisis económica nos situó en el lugar que aún hoy estamos. Así que esta ha sido una constante en todos estos años. Este año tenemos un presupuesto de 400.000 euros, y en el 1986, 60 millones de pesetas. En 34 años, se ha encarecido la vida, ¿no?.

"Este año tenemos un presupuesto de 400.000 euros y en 1986 era de 60 millones de pesetas”

-Su labor ha sido reconocida también fuera de nuestras fronteras, este verano, por ejemplo, recibió el homenaje del Festival de Teatro Hispano de Miami. ¿Cómo lo vivió?

–Con agradecimiento y muy honrado. Me han premiado y homenajeado en distintos países y siempre que te reconozcan algún mérito es de agradecer, pero mucho más cuando viene de gente de tu misma profesión. No puedo quejarme. Pero siempre lo he aceptado en nombre de todas las personas e instituciones que me han ayudado a estar donde estoy, tanto en mi faceta artística como en la de director del FIT.

-Hablemos de esta edición del festival. ¿Cuáles son las principales novedades?

–La principal es que es una edición que va a estar marcada por el valor de la palabra. El año pasado se hizo una revisión de la danza y sus sub-lenguajes, y en esta ocasión la palabra y la dramaturgia contemporánea serán las protagonistas. Atravesamos momentos donde palabra está puesta bajo sospecha, estando tan necesitados como estamos de diálogos y de consensos. Así que pienso que desde el teatro se puede ayudar a que recupere su protagonismo y su valor esencial, porque, entre otras muchas cosas, la palabra dramática siempre viene preñada de intenciones, de verdad y de cuestionamiento. Pero además la programación está llena de grandes novedades escénicas y de trabajos heterogéneos para todos los gustos.

-El año pasado se congratulaba por la acogida del público y por la apertura de ciclos nuevos como sumar el café teatro Pay Pay y el FIT en las escuelas. ¿Repiten este año?

–Sí, este año continuamos con ellas porque dieron un resultado muy bueno. El Pay-Pay es un lugar mágico e idóneo para espectáculos de cabaret, el encuentro y la tertulia, y el FIT en las escuelas fomenta la afición y el amor por el teatro a través del contacto con sus protagonistas. Y todo lo que sea estrechar la relación del festival con el tejido social y cultural de la ciudad es bueno para todos.

-Por último, Pepe, ¿qué le gustaría que quedara como su principal legado al festival?

–Creo que mi principal aportación al FIT ha sido ayudarle a situarse en el mapa internacional de eventos de estas características, a contribuir a que muchos creadores latinoamericanos sean reconocidos en Europa, y a que en todo un continente, el FIT sea conocido como el Festival de Cádiz. Como legado dejo el relato de méritos que el festival posee, que es cuantificable y demostrable. Otra cosa es el esfuerzo, el trabajo, y el amor y el respeto que siempre le he profesado.

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