Fallece a los 96 años Joan Fontaine, la actriz a la sombra de Rebeca

La intérprete que encarnó a la mítica señora De Winter y que ganó el Oscar por 'Sospecha' dejó otras interpretaciones memorables como las de 'Jane Eyre' o 'Carta de una desconocida'

Joan Fontaine, acompañada de Judith Anderson, en la película que dio fama a la intérprete, 'Rebeca'.
Carlos Colón Sevilla

17 de diciembre 2013 - 05:00

Entre 1935 y 1939 -a través de títulos míticos como El Capitán Blood, La carga de la brigada ligera, Robín de los bosques o Lo que el viento se llevó- Olivia de Havilland se había convertido en una de las más grandes estrellas de Hollywood. En esos mismos cinco años su hermana mayor, Joan Fontaine - que falleció el domingo en su vivienda de Carmel (California) a los 96 años- intentaba abrirse camino como actriz, logrando sólo papeles secundarios. En 1939 rodó sus dos primeras películas importantes, Gunda Din y Mujeres, pero en papeles secundarios. Desde niñas las dos hermanas, nacidas en 1916 y 1917, se odiaban cordialmente. Para empeorar las cosas en 1939 Joan Fontaine, una de tantas aspirantes a interpretar a Escarlata O'Hara en Lo que el viento se llevó, rechazó el papel de Melania, recomendando venenosamente a su hermana Olivia. Esta lo aceptó y así figuró, para desesperación de Joan, en el mayor éxito del momento. Pero O'Selznick, productor de Lo que el viento se llevó, se había fijado en ella y la citó para las agotadoras pruebas de selección de la intérprete de su siguiente película. Había comprado los derechos de una novela de gran éxito de Daphne Du Maurier cuya primera frase era "Anoche soñé que volvía a Manderley". Había convencido al director inglés Alfred Hitchcock para que se trasladara a Hollywood y la dirigiera. Tenía al gran Laurence Olivier, que acaba de interpretar Cumbres borrascosas y al que conocía por estar casado con Vivian Leigh, para interpretar al señor De Winter. Le faltaba la actriz. Durante meses Joan Fontaine luchó por el papel y al final lo obtuvo. Interpretar a la señora De Winter en Rebeca la convirtió inmediatamente en una estrella. Su portentoso plano junto a Judith Anderson es uno de los símbolos del cine.

Un año más tarde Hitchcock la volvió a dirigir en Sospecha y Joan Fontaine ganó el Oscar. Con él ganaba también, de momento, la batalla entre las hermanas. Olivia de Havilland se vengó ganando el Oscar en 1946 y 1949 por La vida de Julia Norris y La heredera. La señora debe de ser de armas tomar -pues vive, con 97 años, habiendo sobrevivido a su odiada hermana con la que hace un cuarto de siglo que no se hablaba- porque en su estudio, que era Warner, odiaba a Bette Davis tanto como a su hermana: los mejores papeles eran para la Davis y De Havilland, sin pensárselo dos veces, demandó al estudio por perjudicar su carrera dándole trabajos inferiores a su talento. Le costó estar tres años sin trabajar, pero ganó y sentó jurisprudencia con el llamado precedente De Havilland.

Pero basta ya de Olivia, que Joan tiene que estar pegando saltos en su tumba. La década de los 40 fue extraordinaria para Joan Fontaine. Aupada a la cumbre por Rebeca y el Oscar de Sospecha, su frágil y extraordinaria belleza -unida a su no menos extraordinario talento- le procuró grandísimas interpretaciones en La ninfa constante (Goulding, 1943), Jane Eyre (Stevenson, 1944: tiene su lógica que interpretara la gran novela de Charlotte Brontë que inspiró Rebeca), El pirata y la dama (Leisen, 1944), De hoy en adelante (Cummings, 1946) o Carta de una desconocida (Ophüls, 1948).

Los años 50 empezaron muy bien con Nacida para el mal (Ray, 1950), Otelo (Welles, 1952) e Ivanhoe (Thorpe, 1952). Pero tras ellas su carrera fue decayendo, pese a títulos interesantes y raros como El bígamo, dirigida en 1953 por la actriz Ida Lupino, o Más allá de la duda, dirigida por Fritz Lang en 1956. A principios de los 60 casi dejó su carrera cinematográfica, que abandonó del todo en 1966 para dedicarse a los dramáticos televisivos -en los que venía actuando desde 1953 y en los que seguiría actuando hasta 1994- y al teatro, donde conoció grandes éxitos en los años 50 y 60 al estrenar Té y simpatía, Vidas privadas o Flor de cactus. Curiosamente la carrera de su odiada hermana también se estancó en los años 50, retirándose del cine (salvo alguna breve aparición) dos años antes que Joan. Poco tuvieron que ver las dos con la mansa Melania y la aterrada señora De Winter.

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