Cultura

Castilla del Pino: el obligado homenaje a un amigo

Uno de los actos centrales en la jornada de ayer del XI Congreso de la Fundación Caballero Bonald fue la mesa redonda en memoria del psiquiatra sanroqueño Carlos Castilla del Pino, fallecido el pasado mes de mayo. Se trataba de un homenaje obligado porque, como bien recordó el propio José Manuel Caballero Bonald, "Castilla del Pino fue miembro del consejo de redacción de la revista Campo de Agramante y del consejo asesor de la Fundación Caballero Bonald.

En la mesa redonda intervinieron, además de Caballero Bonald, el crítico literario y musical Blas Matamoro y el psiquiatra jerezano Francisco del Río. Bonald dijo sobre Castilla del Pino que "fue amigo personal, viejo y muy querido, y quería que en este congreso tuviéramos un recuerdo para él, haciendo hincapié en su personalidad compleja, varia, su dedicación a la literatura, su dedicación científica a la psiquiatría y el pensamiento moral en todos los aspectos de su vida. Lo conocí en una de aquellas reuniones clandestinas antifranquistas en Córdoba, a principio de los años 60, y a partir de entonces mantuvimos una relación constante por nuestros vínculos de diversa índole: políticos y literarios".

Pero si Bonald quiso destacar una característica en especial de Castilla del Pino, fue su definición "como humanista. Ha sido el último humanista que he conocido y tratado, un ilustrado y un hombre culto que sabía muchas cosas, se preocupaba, tenía curiosidad por todo lo que tuviese que ver con el pensamiento humano y la cultura en general". El ensayista de Buenos Aires, Blas Matamoro, recordó que su vínculo con Castilla del Pino abarcó otro aspecto que nada tiene que ver con sus facetas como psiquiatra o ensayista y habló fundamentalmente de una relación "que tiene que ver con el trabajo de Castilla del Pino y otros españoles a favor del arraigo de los exiliados y los emigrados americanos. No de una manera orgánica, es decir, no porque participaran en organizaciones, sino por una tarea individual, amistosa en este caso, que nos facilitó a muchos encontrar un lugar en España, en esta sociedad que no sabíamos cuál era. Que tampoco los españoles que nos recibieron sabían exactamente cuál era pero que en la comunicación y en la colaboración se terminó por construir".

Francisco del Río, que fue discípulo de Castilla del Pino, expuso su experiencia junto a él poniendo de relieve algunos avatares de su vida y lo más importante de su obra, ya que fue colaborador suyo en el dispensario de Psiquiatría y en la Facultad de Medicina de Córdoba desde 1978 hasta 1981. Del Río lo describió como "uno de los intelectuales más importantes de España, comprometido con sus ideas, sus acciones, una manera de ver la vida y una manera de trabajar rigurosa. Fue un hombre polifacético".

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