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m Cádiz, el vertido. El nombre del petrolero Amoco Cádiz está unido a la catástrofe en las inmediaciones del estrecho de Calais, en la costa bretona. Sucedió el 16 de marzo de 1978. El naufragio de este gran buque que fue construido en los astilleros de Matagorda en 1975, de ahí su denominación, protagoniza una de las recientes tragedias medioambientales de Europa, precursora de la del Prestige, y por la que la petrolera norteamericana Amoco (vaya nombrecito en castellano) tuvo que pagar unos 200 millones de euros de indemnización. Era la primera vez que una empresa responsable de un desastre ecológico de tal calibre estaba obligada a rendir cuentas. Costó 12 años de recursos judiciales, pero al final la administración francesa venció. El vertido de crudo arrasó más de 300 kilómetros de la costa de Bretaña y diezmó toda su fauna que aún sigue recuperándose de aquel accidente. El esqueleto del barco, eso sí, se ha convertido en un arrecife lleno de vida, tras ser dinamitado al haber encallado a sólo 30 metros de la costa (como se observa en la foto).

El petrolero gaditano siniestrado llevaba bandera liberiana el día que se hundió en el Canal de la Macha, contaba con tripulación italiana y procedía del Golfo Pérsico con destino al puerto holandés de Rotterdam para descargar más de 130.000 toneladas de petróleo.

A primera hora de la mañana del 16 de marzo del 78 el Amoco Cádiz alertaba de la rotura del timón debido a la fuerza del temporal que estaba azotando el Mar del Norte. Los trabajos de dos remolcadores holandeses fue insuficiente para controlar al petrolero que, sin rumbo en medio del fortísimo vendaval, acabó encallando y partiéndose en dos, desparramando todo el crudo. La tripulación, al menos, fue rescatada en unas complicadas maniobras. Las consecuencias del vertido dejaron en una delicada situación la costa afectada.