Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Observatorio de la provincia

Metro de oro, metro de latón

  • Los extremos de la oferta inmobiliaria en la provincia, del Paseo Marítimo de Cádiz al centro histórico de Jerez

El juego de los extremos no es muy científico, pero sí muy ilustrativo. Ustedes pueden jugar en su casa. Consiste en buscar un portal en Internet dedicado al mundo inmobiliario, ya sea elidealista.com o fotocasa, por poner dos ejemplos muy utilizados, y aprovechar el recurso del mayor y el menor en la provincia de Cádiz. Ahí veremos dónde están los ricos, dónde están los pobres, quién vive todavía en el maravilloso mundo del pelotazo y quién ha aterrizado en la realidad del pinchazo de la burbuja.

Lo primero es saber qué casa de segunda mano es la que el propietario piensa que es la más cara de la provincia. Para hacer más divertido el juego, uno tiene que apostar antes de dar al click. Apuesto por Sotogrande. Click. Bravo. Ahí está. Suntuoso chalé de 1.400 metros cuadrados con seis dormitorios y ocho cuartos de baño, piscina, patio para jugar un partido de fútbol americano, parcela de 2.582 metros, orientación sur, salón comedor de 70 metros cuadrados y suelos de mármol. Una monada al módico precio de cuatro millones y medio de euros. Una hipoteca total nos daría un pago mensual de casi tres millones de pesetas al mes. Una bicoca.

Recuerden la medida del salón comedor, porque ahora vamos a viajar al polo opuesto. El piso más barato de la provincia (apuesto: la zona sur de Jerez. Vuelvo a acertar) está en la barriada Cerrofruto de Jerez, en la zona sur, la gran olvidada, el conflictivo distrito 11.408, víctima de un urbanismo paternalista de finales de los 60 y los 70. Bloques y bloques pensados para nadie, para crear guetos, para apilar a los menos favorecidos. Este piso mide 49 metros cuadrados, casi la mitad que el salón comedor de Sotogrande, y cuesta 20.000 euros, casi lo que costaría un mes de hipoteca del chalé. De hecho, la hipoteca de este modesto piso que es una cuarta planta sin ascensor en una de las zonas más degradadas de la mayor población de la provincia y que tiene un viejo proyecto de remodelación integral que nunca acaba de llevarse a cabo sería de 77 euros. Posiblemente, la mitad del precio de uno de los picaportes dorados que se ven en las fotos de Sotogrande. Para mi sorpresa, en estos 49 metros cuadrados hay tres dormitorios y un baño.

Una casa señorial, también de Jerez, en la zona de La Cartuja, rompe con la fama de la ciudad como lugar barato para la vivienda. Allí está el metro cuadrado más caro de la provincia: 9.000 euros cada uno de los 300 metros, seguido muy de cerca por dos chalés de Chiclana por más de 8.000 euros, muy lejos de los 2.189 euros de media que tiene la provincia. Para encontrar el otro extremo del metro tendremos que irnos a un caserón de Bornos, que vende a 290 euros cada uno de sus 500 metros.

Pero en la exploración de este juego nos centraremos en los pisos porque nos va a dar más posibilidades de observar algunas evoluciones históricas. El metro cuadrado de piso más caro del provincia, o lo que el propietario piensa que es el metro cuadrado más caro de la provincia, se encuentra en Cádiz, en el Paseo Marítimo, ya muy cerca de Cortadura. En el número 26, un séptimo que hace esquina con la calle Nereidas. Da al mar y sus vistas impresionan, pero no es muy grande, sólo tiene 65 metros cuadrados, siempre contando con que, como explica Miguel, un empleado de una inmobiliaria cercana, "en Cádiz a la gente le da por hinchar los metros de las casas". Dos dormitorios, un baño, dos armarios empotrados y perlita en las paredes aparecen como algunas de sus ventajas. Cada uno de esos 65 metros cuadrados gaditanos cuesta 6.900 euros y el precio total del inmueble es de 450.000 euros. Nos plantamos allí.

Rastreo fotos antiguas de esta zona, fotos de los años 50 y 60, en las que encontramos un lugar prácticamente virgen. El referente es el hotel Playa Victoria y unos pocos chalés, de los que apenas queda ninguno, salpican la playa con sus casetitas de madera. Hasta que el hormigón empezó a avanzar con nueve alturas de media. Cádiz se 'comió' toda su playa en apenas dos décadas, el tiempo de construir más allá de su muralla hasta su confín.

El cartel de venta es verde y el número 26 ha sido pintado con pintura con el estilo de una camiseta de rugby. En el portal trajinan los albañiles con una reforma de portal. Los porteros en el Paseo Marítimo de Cádiz son un eslabón esencial del mercado inmobiliario de la ciudad. Son ellos los que saben todo lo que se vende y alquila en la zona. El portero de Paseo Marítimo 26 es un treintañero con una camiseta rockera, un tipo muy divertido que conoce bien la historia de ese bloque, una promoción del año 73 que se vendió en su día a los jóvenes de hace casi cuarenta años a precios que oscilaron entre los dos y tres millones de pesetas. Los vecinos envejecieron, sus hijos crecieron allí y se quedaron con la propiedad. Gran parte de ellos, como los del piso séptimo, pusieron los pisos en venta. Quienes colocaron el piso en el 'boom' inmobiliario, entre el 2002 y el 2006 ,vendieron más o menos a los precios por los que se ofrece este piso, quizá un poco por debajo, en torno a los 5.000 euros el metro cuadrado. Otra parte se decidió por el alquiler de temporada, unos 700 euros al mes los pisos pequeños para los estudiantes en invierno y en torno a los 700 euros a la semana en la temporada de verano. En el pasado verano se alquilaron todos, pese a la crisis, en esos precios.

"La gente que vive aquí es muy normal, la edad media de los que residen permanentemente es alta porque son los que compraron en origen. Y son de clase media". Es decir, el metro cuadrado de piso más caro en la provincia no es un lugar de lujo asiático, es un bloque de viviendas muy digno que mira al mar, algo que en los años 70 se pensó que se podía vender a dos millones de pesetas. En el despiporre de la burbuja se han vendido pisos 36 años después a 50 y 60 millones de pesetas. El del séptimo, de hecho, no es el único que se vende. Hay otro que se propone a 500.000 euros, si bien tiene 90 metros cuadrados.

Miguel, el empleado de la inmobiliaria, reconoce que lo sucedido con el Paseo Marítimo ha sido de locura. "Durante un tiempo vimos cómo los precios se disparaban a una velocidad que estaba claro que tenía que acabar en un crash. Ya sabemos que Cádiz es pequeña, que no tiene donde edificar, que si uno quiere vivir frente a esta playa hay que pagarlo. Pero es que lo que costaba 23 millones de pesetas en 2001, en 2002 costaba 30 y en 2003, 40... Lo sorprendente era que el mercado lo absorbía. Y, de repente, todo hizo plaf porque los precios no podían seguir creciendo más. Hay quien vive todavía en ese mundo imposible de gran pelotazo, de gran negocio y, sin duda, en Cádiz hay gente que ha hecho magníficos negocios con pisos que no se pensaron para marajás, sino para gente muy normal. Casi 7.000 euros el metro cuadrado en esta zona está ahora mismo fuera de mercado". Observando los pisos que se venden en el Paseo Marítimo en la actualidad se descubre que no le falta razón al profesional. El precio del metro cuadrado está en torno a los 4.000 euros.

Ahora nos encontramos en un curioso punto de equilibrio: a la derecha está el señorial palacio del vizconde de Almocadén; a la izquierda, un antiguo palacio ha sido pintado de fucsia y en su patio interior se airea la ropa de los modestos moradores de un núcleo de pequeñas viviendas sociales. Es la calle Benavente Alto, en Jerez, una de las venillas que salen de la plaza Belén, el mayor chasco inmobiliario de la provincia.

En el centro de la plaza Belén, junto a las ruinas del que fue un esplendoroso barrio de prostitución, el reposo de los guerreros de la VI Flota cuando la Base se instaló en Rota, está el socavón de un proyecto grandioso encargado por el que fue alcalde Pedro Pacheco a dos premios Pritzker de arquitectura, los suizos Herzog y De Meuron. Sería la Ciudad del Flamenco.

Inversores vieron el gran negocio y empezaron a comprar inmuebles ruinosos con restos de inquilinos de renta antigua a precios irrisorios. Soñaron grandes beneficios. Era la resurrección de un barrio histórico y despoblado a base de especulación. Fue cuando la burbuja estalló y el proyecto de los arquitectos suizos, un precioso remedo de El Alcázar, se desinfló con ella. Hoy este barrio, San Mateo, multiplica escombros y, salvo contadas rehabilitaciones de casas antiguas, en el interior de sus muros sólo quedan ancianos inquilinos supervivientes.

Trini es una de ellas, una simpática y coqueta mujer de unos 70 años , que paga 3.000 pesetas de alquiler por su vivienda al propietario, que tiene en venta el caserón que fue de sus padres. No encuentra comprador. Mientras tanto, sus inquilinos pueden seguir viviendo allí. Ella cuenta las historias del vecindario, los ocho vecinos que convivían alrededor del patio. Con tristeza nos va narrandocómo fueron muriendo todos y cómo este barrio era alegre y que luego llegó la droga y se hizo gris y triste.

El músico de blues Melchor Campuzano, que trabaja en la rehabilitación de una finca cercana, recuerda que, de chaval, "desde la azotea de mi casa veía venir a la Policía Militar y sacaba a marines borrachos de las casas de putas de Rompechapines". En este lugar con tan ajetreada historia, en la que las mujeres santas convivían en armonía con las mujeres menos santas, todas igual de devotas, se encuentra el metro cuadrado más barato de la provincia. Un bajo de 106 metros cuadrados, aunque sólo 56 útiles, por 36.000 euros, lo que supone que cada metro sale a 340 euros. Vivir en el corazón de una derrota, en el barrio de los recuerdos.

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