PUERTO REAL

Cincuenta años de ‘los 27 de Añoveros’

  • La Comunidad Añoveros de Puerto Real cumple medio siglo

  • Fueron los propios vecinos los que levantaron sus viviendas, en una experiencia cooperativa insólita

Algunos de los hombres y mujeres que iniciaron el proyecto hace 50 años.

Algunos de los hombres y mujeres que iniciaron el proyecto hace 50 años. / C. Perdigones (Puerto Real)

Acceder a una vivienda siempre ha sido complicado. Hace cincuenta años, como ahora, muchas parejas jóvenes, algunas ya con algún que otro hijo, vivían o malvivían de alquiler o en casas de familiares, a la espera de una oportunidad para iniciar una nueva vida en un hogar propio. Esa oportunidad llegó, en 1969, para 27 familias de Puerto Real en la que acabó siendo la Comunidad de Propietarios Obispo Añoveros. Su hazaña fue toda una proeza en la época que, al menos en la Villa, no volvió a repetirse: fueron ellos, con sus propias manos, los que construyeron las 27 viviendas que, en la mayoría de casos, siguen ocupando hoy día.

8 de los integrantes del grupo de 'los 27 de Añoveros', en la actualidad 8 de los integrantes del grupo de 'los 27 de Añoveros', en la actualidad

8 de los integrantes del grupo de 'los 27 de Añoveros', en la actualidad / C. Perdigones (Puerto Real)

Hace cincuenta años, a través de movimientos sociales que existían en el ámbito de la iglesia, estas familias se convirtieron en los promotores y constructores de sus casas. “Construcción en cooperativa con aportación personal”, recuerdan los vecinos. Lo primero que hicieron fue localizar un terreno que entendieron sería un buen lugar para pasar el resto de sus vidas. Un suelo propiedad de la Iglesia, en el antiguo cementerio de San Benito

Fueron a Cádiz para hablar con el Obispo, entonces Antonio Añoveros, para negociar una compra de los suelos, “pero al saber éste que éramos familias con poco recursos y el proyecto en el que nos habíamos embarcado, nos los regaló”, cuentan los vecinos. Sobra explicar, por tanto, por qué estas viviendas llevan su nombre. “Además nos los regaló por dos veces, porque cuando tuvimos los planos vimos que los bloques no cabían y nos dio un trocito más”, apuntan.

Edificio Añoveros en construcción Edificio Añoveros en construcción

Edificio Añoveros en construcción / Añoveros (Puerto Real)

Ya con el terreno, que sirvió además como aval para una hipoteca con la que se compraron los materiales, ‘los 27 de Añoveros’ empezaron a construir las viviendas. “Muchos de nosotros no habíamos cogido una pala en nuestra vida y fue una aventura, pero siguiendo el proyecto que nos hizo el arquitecto Escolano y con la dirección de obra de Rafael Gutiérrez, uno de los vecinos implicados, empezamos a trabajar”, recuerdan. Muchos peones y pocos oficiales. Esa era una realidad en la construcción de dos edificios que, en principio, solo tenía movimiento durante los fines de semana. “No podíamos dedicarnos por completo porque todos trabajábamos para poder seguir manteniendo a nuestras familias y, además, pagar las 600 pesetas que entregábamos todos los meses para un fondo que teníamos”. 

Dos de los 27 durante la construcción de las viviendas, a principios de los 70. Dos de los 27 durante la construcción de las viviendas, a principios de los 70.

Dos de los 27 durante la construcción de las viviendas, a principios de los 70. / Cedida por Añoveros (Puerto Real)

De los fines de semana se pasó también a las tardes. Cuando se daba de mano en los trabajos, empezaba la faena en Añoveros. Y así, casi tres años de esfuerzo. “Todos trabajábamos por igual y eso lo teníamos claro. Si alguien no podía ir un día, porque tenía que trabajar, debía de hacer una aportación económica al fondo que creamos y con el que contratamos a algunos profesionales que nos ayudaron”.

Cuando levantaban los edificios recibieron una inesperada ayuda de la Escuela de Las Canteras. Sus estudiantes, gente muy joven, fueron a las viviendas a poner en práctica todo lo que aprendían en materia de electricidad. Ellos fueron los encargados de la instalación eléctrica. “Trabajaron mucho junto a nosotros y siempre les estuvimos muy agradecidos. Cuando acabamos las obras dimos una cena en la propia Escuela y también jugábamos algunos partidos de fútbol con ellos. Si ya lo éramos nosotros, junto a ellos también formamos una familia”, dicen. Tanto es así, que durante la obra, uno de los 27 de Añoveros, Paco Bernal, fue padre de su cuarto hijo y fue un estudiante de electricidad quien lo apadrinó, de algún modo, en representación de todos.

Vecinos de Añoveros y estudiantes de la Escuela de Las Canteras en un partido de fútbol Vecinos de Añoveros y estudiantes de la Escuela de Las Canteras en un partido de fútbol

Vecinos de Añoveros y estudiantes de la Escuela de Las Canteras en un partido de fútbol / Añoveros (Puerto Real)

Y así, con mucho esfuerzo, las viviendas se acabaron. “Aunque algún accidente sí que hubo, la verdadera hazaña fue que saliésemos vivos de la obra”, bromean. Todos habían trabajado por igual por lo que todos entraron en un sorteo para seleccionar las viviendas en las que acabaron viviendo. Todos, a excepción del capataz de la obra, Rafael Gutiérrez, al que agradecieron su esfuerzo dejándole elegir la suya. “Pusimos un número a cada uno de los pisos, los metimos en una urna y fuimos cogiendo un papelito. Así supimos dónde viviríamos antes de escriturarlas a nuestro nombre”.

Fiesta de la 'familia de Añoveros', por el 50 aniversario Fiesta de la 'familia de Añoveros', por el 50 aniversario

Fiesta de la 'familia de Añoveros', por el 50 aniversario

La unión forjada en la construcción se mantiene. No solo entre los 27, sino también entre sus hijos, nietos o bisnietos, que han celebrado una fiesta en el patio del barrio para rendir homenaje a los artífices de todo. Dar las gracias a los que están y recordar a los que, desafortunadamente, no han podido vivir este cincuentenario. Se aprovechó la fiesta para contar la historia de Añoveros mediante una exposición fotográfica en la que se mostraron escenas de la obra, de las cruces de mayo en las que la comunidad fue referente, de los equipos de fútbol que formaron y de cientos de recuerdos que todos los residentes han compartido. Como ejemplo de todos: los cumpleaños. Fiestas en las que cada pequeño de la época estaba rodeado de vecinos del barrio, en las que apenas aparecen familiares, solo vecinos con los que se formó otra familia, la de corazón, con la que se crearon lazos que perduran.

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