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Provincia de Cádiz

Los programas off-shore de Navantia han generado un impacto de casi 180 millones en la Bahía de Cádiz

  • La empresa alerta de la falta de personal cualificado para asumir la carga de trabajo que se avecina a partir de 2023

Navantia confía en lograr más contratos de Aibel y Equinor tras entregar su primera plataforma de Oil&Gas

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"El futuro es de color verde esperanza". Así ve Navantia el horizonte hasta 2025 en la Bahía de Cádiz según ha asegurado el director de Diversificación del Astillero Bahía de Cádiz, Manuel Braza Gallardo, durante una ponencia presentada en Cádiz Seatrade 2021, el evento celebrado en la Zona Franca impulsado por el Clúster Marítimo Naval de Cádiz con la colaboración de la Diputación y que se clausura este jueves en Zona Franca.

El directivo ha expuesto el impacto económico de los programas off-shore desarrollados en el astillero de Navantia Puerto Real y ha avanzado las previsiones que maneja la empresa pública para los próximos años. Aunque no dio nombres por "razones de confidencialidad", sí ha apuntado que la compañía ha presentado ofertas comerciales para unos 15 proyectos en diferente estado de madurez, que tienen un potencial para generar hasta 5.000 puestos de trabajo.

Manuel Braza ha reconocido que estas cifras exceden las capacidades de los astilleros de la Bahía y que no todos los contratos podrán ser ganados por Navantia. Sin embargo, ha resaltado que si algunas de las licitaciones son exitosas, el astillero de Puerto Real podría sufrir falta de mano de obra especializada a partir de 2023, que es el año en el que se espera que empiecen a fructificar los esfuerzos de la dirección comercial.

"Está claro que vamos a tener una gran necesidad de recursos en los próximos años", ha subrayado el directivo, que ha recalcado la exigencia de formar trabajadores de cara a los próximos años tanto en capacitaciones convencionales (soldadores, frigoristas, maquinistas o electricistas) como en nuevas tecnologías 4.0, entre las que apuntó robótica, impresión 3D, internet de las cosas o gemelos digitales.

En ese sentido, una de las bazas con las que cuenta el astillero de Puerto Real es su experiencia acumulada en los programas off-shore, que han permitido diversificar su actividad desde el año 2014. Según ha expuesto Manuel Braza, los proyectos realizados en esta factoría han dejado de casi 180 millones de euros en la industria naval de la Bahía

El más importante en horas de trabajo fue el primero, el de la construcción de la subestación Andalucía para el parque eólico Wikinger, promovido por Iberdrola en el mar Báltico, que supuso un millón de horas de trabajo entre diciembre de 2014 y agosto de 2016. Hasta 46 empresas participaron en el proyecto, generando un pico de 1.627 empleos y un impacto de 50 millones de euros.

A continuación vino la subestación Andalucía II, también para Iberdrola pero para el parque eólico marino East Anglia One, en la costa oeste de Inglaterra. Este proyecto generó un impacto de 55 millones de euros, con 1.687 trabajadores de 53 empresas diferentes, acumulando 774.000 horas de trabajo. 

En febrero de 2019 arrancó la obra de Kincardine. Aunque sus dimensiones fueron mucho más modestas en comparación con las anteriores (89.200 horas, siete millones de euros de impacto y trece empresas), supuso un hito ya que se trataba de la primera estructura flotante ensamblada en Puerto Real para un parque eólico off-shore. El encargo formaba parte del contrato que Cobra Wind International, filial de ACS, adjudicó a Navantia a principios del año pasado para construir cinco plataformas, de las que cuatro se construyeron en Fene. 

Este proyecto coincidió con la fabricación de veinte jackets subcontradas por Smulders para el parque eólico Moray Firth East, al que se dedicaron 136.000 horas de trabajo, con once empresas implicadas, generando 644 empleos y un impacto de 25 millones. 

La última obra acometida en Puerto Real para el negocio off-shore fue la subestación eléctrica encargada por las empresas noruegas Equinor y Aibel destinada al campo petrolífero Johan Sverdrup. Manuel Braza destacó que fue "un proyecto muy exigente" que requirió "un esfuerzo sobrehumano" para recuperar el tiempo perdido por el cierre del astillero a causa del confinamiento por la pandemia de Covid-19. A ello se suma los altos requerimientos de calidad que demandaban los contratistas. La obra generó 2.325 empleos, con 830.000 horas de trabajo y 41 empresas implicadas, dejando un impacto de 40 millones de euros.

"Son cifras conservadoras que no tienen en cuenta los trabajos subcontratados fuera del astillero", ha señalado el director de Diversificación del Astillero Bahía de Cádiz, que ha recalcado el potencial de la factoría de Puerto Real para posicionarse en el sector off-shore, con casi 1,2 millones de metros cuadrados disponibles para actividad industrial.

Precisamente, Navantia acaba de crear una nueva división de Energías Verdes está dirigida precisamente por Javier Herrador, antecesor de José Antonio Rodríguez Poch al frente del astillero Bahía de Cádiz, y que siempre defendió que Puerto Real no podía sobrevivir sólo con la construcción naval. El negocio de la eólica marina es cada vez más relevante para Navantia. En los últimos seis años ha reportado una facturación de 900 millones de euros a las arcas de la compañía, que pretende convertir a la Bahía de Cádiz en un polo de las energías renovables.

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